He perdido la cuenta de los conciertos en los que hemos estado mi Santa y yo desde que estamos juntos. A veces me da hasta vergüenza. Y un poco de miedo. Hubo un tiempo en que siempre nos topábamos con un matrimonio popero bastante mayor. Aunque los mirábamos de reojo, nunca nos atrevimos a hablarles por si rompíamos la curvatura del espacio-tiempo. Quién sabe si eran nuestros yo del futuro. Mejor no tentar a la suerte.
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Hoy ha visitado el cole Ven, una ex-alumna búlgara a la que le tenemos mucho cariño. Su lucha con nuestro idioma fue titánica. Hablando de todo un poco, me ha contado que en marzo irá al primer concierto de su vida. En el Palacio de Vistalegre de un grupo coreano cuyo nombre no puedo acordarme. Me ha preguntado que qué iba a sentir. Mucha electricidad, le he dicho. No le ha quedado muy claro. Cosas de las metáforas.
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Moviendo trastos, no hace mucho aparecieron dos cd’s que me grabó mi Santa precisamente cuando empezábamos juntos. Uno de ellos con una larga dedicatoria. Qué enternecedor. Qué vergüenza dice ella, que ni se ha atrevido a leerla. Los novios actuales ya no se graban música. Como mucho compartirán playlists. Ahora ya no se liga como antes. Debe ser más fácil. Instantáneo. Y barato.
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Pues no me dejé yo dinero en sms.
Miope 