Con estas últimas palabras, con esta cita tan textual, dictando esta clarificadora sentencia como última confesión a su hijo, moría en 2004 el actor Luis Cuenca, tal y como narraba en su necrológica para El País, su amigo David Trueba. Igual casi ni recuerdan su rostro. Aunque atesoraba muchos años de carrera en el vodevil, muchos lo descubrimos como Posidio, el mendigo borrachín de Farmacia de Guardia, un harapiento siempre pegado a un teta-brick de vino barato y con una particular visión de la vida, posiblemente, muy cercana a la del actor que la representaba.
Nos vamos a la mierda. Eso pensé yo anoche después de un ristra de malas noticias en telediario. Kim Jong-Un asegurando que tiene un botón nuclear siempre preparado en su despacho, el más que probable aumento de tres grados para el año 2100 que provocará un daño casi irreversible al planeta, la guerra fría de las fake news, la lacra de la violencia de género, Donald Trump haciendo de Donald Trump, Cristiano Ronaldo haciendo de Cristiano Ronaldo. Un desastre. Para sentarle mal a uno la uvas en diferido.
Así que anímenme que me he venido muy abajo y muy pronto. Que estamos a dos de enero. O nos hace falta un medio de comunicación sólo destinado a publicar buenas noticias que nos hagan creer que otro mundo es posible o, vaya por Dios, tendremos que ponernos todos las pilas. En lo pequeño, en la bajura, en lo cotidiano, no seamos como ellos, porque, si no, nos vamos a la mierda.
Empecemos por decirnos buenos días.
Que nos cuesta nada y es gratis.