Los de la manzanita
Nos llamarán freaks, geeks, que ya están los de la manzanita y todo aquello. Pero, qué quieren que les diga. No lo pude resistir. Ayer, uno, como despistando, miraba de reojo que era lo que ocurría en la Keynote de Apple. Y no hace falta que les cuente más. Todo lo que pasó hoy ya es tema de tertulias: iPhone 6 más grande, el primer AppleWatch, el nuevo disco de U2 gratis y tal. Un show.
Pero no se crean. Pese a mi interés, no seré yo el fundamentalista, el talibán de la tecnología. Sólo me sirve si me hace la vida más fácil. Ni más ni menos. Un mundo tan táctil y tan interconectado tiene sus ventajas (muchas) pero también sus inconvenientes. Por eso, aunque a veces caiga en la tentación, intento relativizar su impacto, no caer en adicciones. Desconectar de estar conectado. Usar lo que realmente mejora nuestras vidas (cualquiera que sea profe y de Apple, sabrá de que hablo cuando digo Idoceo) pero no perder la esencia de la vida real.
Y tampoco se lo negaré. Uno empequeñece y quisiera esconderse en lo más recóndito del planeta cuando piensa que se podría hacer en el tercer mundo con lo que cuesta un iPhone o un iPad. Mucho. Muchísimo. Pero, por desgracia, no es sólo cuestión de smartphones. Es una cuestión de fondo. De nosotros mismos. Porque nuestra riqueza y su pobreza son inversamente proporcionales.
Y eso no lo arregla un mundo sin iPhones.
Totalmente de acuerdo contigo, yo me considero más de Android, pero aún así estuve pendiente de las noticias sobre el nuevo iPhone 6. Saludos