Es la cruda y dura realidad. En la vida tendremos días buenos y malos. De los dos tipos. Es impepinable. Las malas rachas, los malos momentos, haberlos, haylos. Es una putada, pero es así. Por eso, la clave está en cómo los afrontemos. En cómo veamos la luz en la oscuridad. Porque igual que vienen se van. No lo duden. Y vendrán los días buenos, los buenos vientos.
Y un nuevo día brillará.