Hay determinadas situaciones que hay que ver y escuchar en primera persona para luego poder opinar. O callar. Con este ánimo, he asistido hoy a los dos plenos extraordinarios que se han celebrado en Torrent para informar, primero, y pedir una comisión de investigación, después, sobre las actuaciones posteriores del consistorio o de miembros de la corporación en el accidente del Metro del 3 de julio de 2006.
Poco ha cambiado de lo que ya conocía de boca de unos y otros, pero quería contemplar con mis propios ojos las reacciones, gestos, timbres de voz, más que las propias palabras. Ha sido una buena manera de reafirmarme en mi reflexión particular sobre el tema. Una opinión tan personal que no quiero ni compartir en voz alta. Porque, por desgracia, en este asunto la mayoría ha opinado sin conocimiento y sin mirar las consecuencias de sus palabras.
Lo que ha quedado patente ha sido la repercusión mediática del asunto. El salón de plenos estaba lleno. Habían muchas cámaras. Muchas. Y muchas personas (como yo) curiosas.
Qué lástima que, a veces, la vida política municipal sólo sea asunto de tertulias cuando arrecian las polémicas.
Nos lo debemos de hacer mirar.