Error garrafal. No sé cómo no había caído aun en la cuenta, pero, en este 2012 que se nos escapa de las manos, estoy de aniversario. 20 años. Ni más ni menos. Veinte. Juntos. Costó al principio. Me resistí. No me encontraba cómodo. Era un cambio importante en mi vida. Apreciaba una ventaja tan clara como sentía un inconveniente paralelo. Qué dirán. Lo reconozco. Me costó. Pero lo superé. Maduré a su lado. Y, de una extraña forma, cuanto más empeoraba esa enfermedad más cómodo me encontraba con ella. Hemos pasado muchas cosas juntos. Con el tiempo, curiosamente, mientras íbamos soplando velas, intentaron que nos separáramos. Que habían otras alternativas, me decían. Que no me obcecara. Pero ya era demasiado tarde. No podía renunciar a ti. Que eres algo mío, intrínseco a mi, formamos una buena pareja. Y así hasta hoy. Hasta el día que enarbolando la bandera de mi fatal memoria he caído en que fue en Sexto cuando nos topamos el uno con el otro y que eso suman veinte años. Que estamos de aniversario. Toda una vida juntos.
Mi miopía.
Mis gafas.
Miope 