No puedo resistirme. No lo consigo. Es superior a mí. No opinar. No decir la mía sobre el tema de la semana en Torrent. Sí. Lo sé. Es posible que me pueda costar alguna crítica. Que algunos me acusen de partidista. Pero no puedo resistirme a decirlo: me parece exagerada la polémica (si se puede llamar así) del cambio de sentido de cinco, repetimos, cinco calles del casco histórico de Torrent.
Un debate que muestra cuánto nos cuesta adaptarnos ante cualquier cambio. Quién me ha robado mi queso, amigos. Queremos que nuestra ciudad mejore, pero no a nuestra costa. Como si lo escuchara: «No, no, no! Si tota la vida ha sigut així per què tocar-ho!» El quid de la cuestión es si ese «com tota la vida» era bueno. No nos engañemos, en Torrent el tráfico nunca ha sido su fuerte. Desconozco los resultados del Plan de Movilidad y Tráfico y de su Oficina de Gestión pero, uno entiende, que de esas causas esas consecuencias. Hasta ahora no es que la entrada y salida al casco antiguo fuera ejemplar. Sigue sin encontrarse una solución efectiva. Son vías difíciles tanto de entrada como de salida. El mejor ejemplo, la calle Jaume I (anteriormente conocida como Rey Don Jaime), estrecha, de mal acceso y con un parque infantil a su vera. No parece tan ilógica su peatonalización. Luego, las opiniones particulares (Ay, las opiniones particulares!) serán las que serán, cada uno tendrá derecho a ver la historia según su juicio, a algunos les afectará el cambio más que a otros, pero que nadie olvide que hay una cosa llamada bien común.
Y aquí viene otra buena pregunta. ¿Y cuál es el bien común? ¿Primero peatones? ¿Primero vehículos? ¿Realmente contribuimos a la sostenibilidad de la ciudad con el uso desaforado del coche? ¿Es Torrent tan grande como para no cruzarla andando? ¿Se fomenta el comercio con tráfico en la zona? ¿O mejor pasear sin impedimentos para comprar? Creo que los tiros van más por este lado de la trinchera. Es innegable que en pocos años, pese a la crisis, se ha revitalizado la zona. Un ejemplo claro es el aumento de la oferta hostelera alrededor de La Torre.
Pero, claro, esa es mi visión. No tiene porque ser la buena. Es la mía. Como la suya es suya. Y sí. Posiblemente ha habido una falta de tacto en informar bien a los vecinos. Pero tampoco es para cogerse los pelos, clamar al cielo y querer organizar una asociación de vecinos anti-cambios-de-sentido.
En serio. Relax. No es para tanto. Centrémonos en lo importante. Pero, claro, con lo que nos gusta a todos hablar, también era más que previsible que nos lanzaramos a opinar.
Eso sí que es «com tota la vida».