Erre que erre
Nadie me obliga, pero tengo un compromiso moral con ustedes. No tengo necesidad de actualizar todos los días. No sé si realmente es interesante, si les gusta, si pasan por curiosidad, por morbo o por gusto. Veo las visitas, sé que son más que aceptables, muchas en bastantes ocasiones. Entonces, los imagino, entrando, leyendo, sonriendo. O no, desaprobando, bostezando, ignorando. Quién sabe. Pero yo continuo. Erre que erre. Con esa necesidad imperiosa de comunicarme, de coger un altavoz y hablar, contribuir a este mundo. Aunque sea con una visión deforme, de miope. Ya ni recuerdo cuando empecé. Ni las cosas que he dicho. Pero aquí estoy. Firme. Con ese compromiso moral.
Sintiéndome extrañamente extraño cuando en días como ayer les dejó sin la ración diaria.