En esas estaba yo, meditabundo, pensando en cómo cambian, fugaces, las nuevas tecnologías, como el periodismo se va transformando en redacciones globales, en una interacción inmediata y ágil gracias a Facebook y Twitter, cómo el IPhone es una herramienta brutal, utilísima (y muy adictiva), reflexionando sobre el futuro de la profesión… cuando el acto que iba a cubrir (de rebote, realmente acudí por otro) empezó.
Y se me olvidaron en un santiamén los smartphones, las redes sociales, la nanotecnología y toda la cibernética del mundo.
Coger un jamón. Bien alto. En un poste engrasado. Una tradición tan absurda, como divertida y multitudinaria. Me lo pasé pipa.
¿Esto es también periodismo, no?