Balances y propósitos
Regodearte en el barro de tus propios problemas no sirve para nada. En todo caso, los agrava. Porque la tristeza sólo conduce a más tristeza. Y, como que asumí esta máxima hace tiempo, habitualmente intento no quejarme ante mis nubarrones. Y funciona. Bueno… la mayoría de veces.
¿Y si son los demás los que sufren? En 2014, a mi alrededor he visto más sufrimiento de lo esperado. Y yo sufro mucho por los míos. La impotencia de consolar sin saber cómo.
Debe ser signo de los tiempos, pero, cuando me piden el balance del año que se nos escapa y el propósito para el que entra, pienso más en el que está a mi lado que en el que escribe estas líneas.
Qué rabia esto de hacerse mayor.
Qué sentimentales nos ponemos algunos.