No vendemos
No. No vendemos nuestros principios. Tampoco nuestra forma de ver el mundo. No vendemos los valores que aprendimos. No vendemos nuestra actitud, nuestro comportamiento. No vendemos a nuestros amigos, a nuestra gente, nuestra familia. Nunca. No vendemos a nuestro equipo, igual que no vendemos nuestras aficiones, nuestro placeres, nuestros gustos. No. No vendemos nuestra religión y nuestras creencias. No vendemos nuestra dignidad, nuestro honor. No vendemos nuestras lágrimas y sonrisas. No nos vendemos a nosotros mismos. No.
Porque todo no tiene un precio en la vida.