Sentir el calor de este sol me llena de vida. Conforme asomó por la puerta, esta loa al clima mediterráneo fue su saludo. Nosotros, levantamos la vista, contrariados con los primeros síntomas del otoño invernal. Alemana, bueno española residente veinte años en el país. Lo conozco de norte a sur, he vivido en cinco ciudades distintas. Curiosos, no pudimos resistirnos ante un testigo directo del poder económico germano. Claro que se nota la crisis, pero no tiene nada que ver con vuestro panorama. Casi seis millones de parados, apuntó mi compañero. Nada menos que un 25% según las cifras de hoy, corroboré con mi sapienza periodística. Pero no es igual, en Alemania se vive de otra forma, el estado ayuda mucho, desde siempre. Les pongo un ejemplo, allí cada familia recibe una asignación anual destinada a sufragar la educación de los hijos, además hasta los veinticinco años los estudiantes universitarios tienen a su disposición viviendas estatales donde vivir sin coste alguno, miren mi hijo, ha acabado biología sabiendo tres idiomas. Reí. Ellos no tienen miedo a independizarse como nosotros. No sé que cómo va acabar esto, dijo la voz más veterana. Claro que saldréis, os toca vivir un reajuste grande, pero de las crisis siempre se sale. Eso sí, en Alemania no se vive como aquí. Este sol es único. Su calor me llena automáticamente de energía. Me encanta.
Eso mismo pensé yo, en España nos gusta demasiado tomar el sol.