No sé cuándo fue. Pero escuché decir a Eduard Punset que, aunque nos parezca todo lo contrario, la civilización siempre camina hacia adelante. Vamos, que cualquier tiempo pasado no fue mejor porque, si comparamos, vivimos mucho más confortablemente que hace cincuenta años.
Razón parece no faltarle, pero, a veces, se hace difícil no pensar lo contrario: una coyuntura económica que unos no supieron ver y otros intentan sin éxito solucionar, una sociedad que sigue sin aprender la lección, la falta de sentido común, un nivel cultural choni ejemplarizado en un reallity show, una jefatura de estado que juega a cazar elefantes, padres que no saben cómo educar a sus hijos, enfados por tener que trabajar en julio, urbanismo poco sostenible, pruebas nucleares, medio ambiente poco valorado, energías contaminantes, colas en los ambulatorios, enfermedades sin cura, antipatía en los bancos, ladrones y mazmorras, pobreza perpetua en el tercer mundo, especies en extinción, doping, reggaeton, lentejas cocidas, colas en las autovías, calles cortadas, descargas ilegales, cine en 3D, duetos con Bisbal, publicidad engañosa, monstruos en la última pantalla, entrenadores que no transmiten, terrorismo internacional, acción por encima de la reflexión, un ser humano que sigue sin saber escuchar…
…y, de repente, una canción te alegra el día.
Entonces, caes en la cuenta que la vida es maravillosa.