Ni un minuto. No había pasado ni un breve lapso de tiempo desde la confirmación de los resultados en las elecciones andaluzas y asturianas y cada partido ya hacía buenos sus números. Todos vencedores. Y cuando digo todos, es todos. No sólo en las comunidades autónomas respectivas, sino también a nivel nacional y, ojo, hasta políticos locales se apuntaban también el tanto. Para unos el inicio del cambio de tendencia, para otros la confirmación del cambio anterior. Que si tal y que si cual. Todos ganan y nadie pierde. Todos los resultados son buenos.
Qué cosas. Y lo peor de todo es que algunos políticos se creen que no nos enteramos. Que pueden «vender» sus resultados sin que nos demos cuenta del gato por liebre. Lo siento, pero no. El truco del maquillaje político es más viejo que el tebeo y, cada vez, cuela menos. Tampoco ayudamos mucho los periodistas que, necesitados de hacer un rápido análisis, abusamos en exceso de extrapolar datos. Pero, se hace un flaco favor la clase política cada vez menos prestigiada jugando a ponerse medallas. Deberían darse cuenta que deben cambiar ya de estilo, de la imperiosa necesidad de dar soluciones. Con la que está cayendo, el tiempo de las palabras ya pasó y se necesitan hechos. Acciones.
Los pactos no son para alcanzar el poder, sino para gobernar. Tan fácil como sentarse a hablar, cogerse de la mano, consensuar políticas y buscar lo más importante: sacar al ciudadano del agujero en el que está metido.
Dejen de una vez de hablar de resultados.
Menos samba y mais trabajar.
Miope 