Funambulismo
Uno de los rasgos de mi (más o menos) vida adulta es la sensación constante de tener demasiados frentes abiertos.
Me veo constantemente como un trapecista, habituado al salto sin red, a la pirueta tras otra hasta pisar tierra firme.
Normalmente, siempre salgo indemne en ese ejercicio de funambulismo. O soy un tío con suerte o no es tanto el riesgo.
Desearía saber decir no, aprender a no abarcar demasiado, a no comprometerme.
Pero, si no, qué sentido tendría la vida.
No me conformo a ser mero espectador.