
Has caído. Te has dejado convencer. Calzonazos, que eres un calzonazos: te has dado de alta en la Ciutat de l’Esport.
Sí, amigos. Ese soy yo. Madre mía, me agoto sólo de pensarlo. Hacer deporte con una frecuencia fija y pagando… Dios, pagando!!!
Aun no sé exactamente cómo ha ocurrido. No puedo ir con regularidad a las pachangas de los viernes y, poco a poco, he ido perdiendo mi sitio en la convocatoria. Claro, un poco de deporte nunca viene mal porque, pese a mi hercúlea constitución natural, me paso el día sentado. Demasiado sedentarismo.
Pero de ahí a apuntarme a algo, hay una larga distancia. O corta, visto lo visto. Mecagüenla. Mi Santa, que es un hipnotizadora y me ha engatusado con eso de que ella ya iba, pero claro, sola, es aburrido, lo acabaré dejando, vente, va, venga, que a tí te gusta nadar, venga, va, apúntate, apúntate, apúntate…
Y aquí estoy. Con mi carnet de usuario en la mano. En principio es sólo para la pisci o para pegar tres carrerotas por la pista de atletismo, pero claro, tengo miedo. Entiéndanlo. Ahí voy yo con mi miopía, con mis gafotas, a compartir vestuario con los cachitas del gimnasio, con sus bíceps, con sus tatus. Ja vorem de qué converso con ellos. Seguro que no leen libros ni ven series y, yo, no entiendo de coches o pesas. Incompatibilidad 100%.
Apañado estoy. Cuando me descubran, fijo que me zarandean y me meten dentro de una taquilla.
CANCIÓN PARA ESCUCHAR: Pijamas (Babasónicos – Mucho)

Una respuesta a “Cachitas”
No mientas, lo que pasa es que detrás de tu apariencia de tipo culto y letrado y de tus gafas de taytantas dioptrías hay un milímetrosexual de tomo y lomo.
Va a ser que el mensaje de la camiseta rosa de tu armario de soles-per-a-festes era cierto.
Qué vergüenza, qué decepción para los machos machotes ibéricos de pelo en pecho como yo.
La próxima vez que te vea rascarte la entrepierna en público o pegar un escupitajo al suelo, sabré que estás fingiendo.