Animales de compañía

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No soy el único que sufre con la entrada del verano. La calor reinante y sonante se ceba con los más débiles y ahora va camino de llevarse de la faz de la tierra a mi pajarito Howie (el nombre suena como «Yogüi», en homenaje a ese peaso de personaje de friends).

Mi madre, que le tiene mucho cariño, se ha empeñado en salvarlo y ha corrido a informarse a la tienda de animales. Al ver caer dos plumas le han contestado que está mudando el pelaje, que en dos o tres semanas volverá a cantar. Ya le toca, porque, ahí está the question, nuestro canario pelirrojo se ha quedado mudo, no dice ni pío (nunca mejor dicho) y, mira, que antes era de los pesaos que cantan hasta por la noche.

Mi diagnóstico (al que nadie hace caso, por cierto ) es que el cambio de temperatura lo ha dejado alelao y que la única posibilidad de devolver a Howie al mundo de los jóvenes cantores es llevárnoslo ya al chalet y que cante con sus primos de Calicanto.

Lo peor de todo es que en casa nunca conseguimos que nos duren los animales de compañía. Este pájaro ya es el quinto o sexto que vigila nuestra casa (siempre entre canarios y petirrojos). Se nos han muerto de todas las formas y colores. La más divertida fue cuando mi padre (en qué estaría pensando!!!) vio como a una cagarnera parecía que le dolía el pico, hizo ademán de cortárselo («només volia provar despaiet») y, el pobre se murió del susto.

Otro se murió sin avisar de un día para otro («un virus» sentenció el de la pet shop). Mi madre casi se puso a llorar. Le había puesto de nombre Ramonet, como mi abuelo fallecido un año antes. Era buenísimo. Mi madre le hablaba y le cantaba: «Ramoneeeeet, què fas? Guapooooo». A mí me daba un yuyu. Parecía que llamaba a los espíritus.

Tras un análisis minucioso, concluyo que nunca tendremos suerte con los animales. Es nuestro sino. No nos acomodan los perros y gatos. Las tortugas y los peces se mueren también en seguida. Así que habrá que empezar a plantearse cuidar animales exóticos.

Una vez, de pequeño, quise tener un loro. Coincidió con otra petición gubernamental mía de querer aprender a tocar la guitarra. Mi padre frotó la lámpara y sólo me permitió un deseo.

Elegí la guitarra. Creo que acerté…

Una respuesta a “Animales de compañía”

  1. Bueeenoo… no sé que es pitjor… en mí han convivit uns quants periquitos: Willy, Jasmina (la época d’Aladdin), Romario i Milano (en honor a la final de Milàn) i un peixet sense nom. El peixet va morir perque m’abuela li posava aigua Bezoya…

    Willy morí de vellet 5 anyets va durar el crack, Yasmina s’escapà, Milano va morir mentre que estava a las Minas d’acampà i el pitjor fon l’anterior, Romario… va morir d’una intoxicació per fum… ma mare s’oblidà el putxero al foc durant 5 hores i se va prendre tota l’habitació de fum negre, negre… el pobre a la semana va morir de tanta inhalació de fum socarrrat…

    Crec que lo nostre no van a ser els pardalets…

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