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07:45. Abro ojo. Estoy despierto. El despertador me espera a las 08:10. ¿Por qué desperté? Siento un cosquilleo en el estomago. Son nervios.
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Con los años y el mollogón de acampadas o campamentos (no quiero ni sumar en cuántos he estado desde 1989), aun no he conseguido quitarme esa sensación de nerviosismo del momento previo. No es como de niño, con la noche medio en vela, pero en mis campamentos-jefatura a las 06:00 ya estaba con los ojos como platos. Supongo que es la ilusión. Sigo siendo un crío…
Y la del pasado fin de semana no es que haya sido el culmen de los culmenes, no lloré (no suelo, excepto cuando el Forner empieza), pero lo pasé requetebé y hubo sus detalles interesantes:
# Disfraces: A mí que no me jodan, pero os mola a todos disfrazaros. No soy el único crío. Algunos lo pasan peor, siendo más vergonzosos, pero el sábado veía las caras, las carreras, las risas con los trajes de «Cuéntame» y de hippies (divina, como siempre, la Hache) y estábamos todos gozando. Nadie nos pidió el sketch de la misa pre-conciliar, ni el trío dinámico, ni los bailes en la TV gigante.
# Mi grupo: Qué gozo. Qué confort. Tras años de chavales semidelincuentes o «respon», resulta que ahora me veo con grupo de niñas que me permiten comida reposada, nada de discusiones, amor incondicional («Quédate con nosotras el año que vieneeeeee»), fotos juntos y secretos que compartir.
# «Los chicos»: Son los protas masculinos de las películas que se montan de mis nanas. Un rato largo son de pesaos y cansinos, pero me río mucho con ellos, sobretodo si se esconden entre un pilar de colchones guarrísimos (pobrets, han sufrido de todo, incluso a Javi Garrido en bolas) o me cuentan cómo hacen los deberes de clase.
# La bronca nocturna: Mientras Salva intentaba domar a la masas con su «menos guasa» o «luego, os dolerá el cuello», Mabel, Josema y yo formábamos un inesperado trío en dos colchones que apostaba quien echaba mejor las broncas. Mi sistema grito funcionó mejor por la noche, pero por la mañana Josema nos partió. Eso sí, nada mejor para romper el mal rollo con mi «por favor, acostaos y callad que Rosario está embarazada y necesita descanso».
# Tia Che: Lo siento. Soy un provocador, muchas veces me paso (mea culpa, mea culpa), pero es que las cocineras me jalean a ello. No quería hacer el chiste de la vaca lechera haciendo como que muñía las ubres de Chelo, pero claro, si ahora el butano nos vende su leche, pues ya me diréis…
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Pero, si con una cosa me he quedo con estos dos días es por ver a mi Santa feliz y olvidada de problemas y por el magnífico ambiente pre-campamento: cantos en las comidas (new «en la piscina» a rítmo batucada y gestos), bailes, risas, amoríos, guitarras en el comedor, anécdotas…
No sé como explicarlo, pero se olía en el ambiente.

Una respuesta a “Nervios (en los años 60)”
Sigue disfrutando, ahora por mí y por ti…. ¡enhorabuena por todos y cada uno de los campamentos y acampadas!… sois im-presionantes.