2 en 1

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«Me parece sentir su mano fuerte que estrecha la mía, ver sus ojos sonrientes, escuchar sus palabras, ‘no tengas miedo’ dirigidas especialmente a mí»

Dicen que no hay Papa igual a otro, pero la sensación que se me mueve por dentro es que Benet XVI (lo digo en valencià, porque Benedicto me suena a antiguo y, lo de Ratzinger, a una serie de dibujos) va significar un claro continuismo con Juan Pablo II. Un 2 en 1. Sería lo lógico, era su mano derecha. Aunque, ya lo ha dicho el teólogo progre Hans Küng, quien era amigo al inicio de su cardenalicio (joer, me ha rimao y todo): «Puede producirse un pequeño milagro».

Y claro, me pegunto ahora: ¿Eso es bueno o malo?

La respuesta, la verdad, no la tengo aun meditada. Juan Pablo II me tocó muy hondo, pero no voy a negar cierto aire ultraconservador hacia dentro de la Iglesia que no me gustaba ni pizca. Pero, en fin, quien soy yo para juzgar tal decisión «divina». Se me escapa de las manos. Si el Espíritu Santo ha inspirado a los cardenales, pues que así sea.

El problema que tengo es que me fijo demasiado en el carisma del Papa y no en su inteligencia o decisión. Ayer oí al corresponsal de TVE señalar que engaña su apariencia: «no es frío, es tímido». Y me puse todo contento. ¿Y por ello lo voy a valorar? No está claro.

Subiendo ayer la avenida a las 18:15 me estremecía escuchando el toc de glòria de todas las parroquias. Qué emoción, qué nervios, quién será… y cuando vi a Ratzinger… un poco de decepción tuve. Sí, lo reconozco. Esperaba un sudamericano. Algo un poco más social.

¿El por qué? No lo sé.
¿Es justo lo que sentí? Me da, que no.

Todos merecemos una oportunidad y, eso sí, voy a ir igual a Colonia’05.

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