Ser profesor no significa sólo impartir conocimientos. Es algo más. En el pupitre también se aprenden actitudes, valores o gestos. Empezando por uno mismo, por el profesor.
Por eso, durante todo este tiempo, no me he cansado de repetir a mis alumnos que tal como nos comportemos, el mundo se comportará con nosotros.
Si somos violentos, ruínes, tramposos, el mundo será así. Si apostamos por la bondad, podemos conseguir un mundo mejor.
Y, entonces, usé los versos de Jorge Drexler:
Cada uno da lo que recibe
y luego recibe lo que da,
nada es más simple,
no hay otra norma:
nada se pierde,
todo se transforma.