RT

Un perro y un bote de mermelada. Una banda asesina de Latin Kings. Una cucaracha en tu hamburguesa. Un monarca en moto por Madrid. Si la historia de la rumorología no era ya amplia, en estos dos últimos años, las redes sociales han amplificado el proceso comunicativo deformado, el «teléfono loco», aquella máxima de «una mentira dicha mil veces se puede convertir en una verdad».

Pero, Twitter y Facebook no están provocado leyendas urbanas de larga duración, todo lo contrario, crean noticias falsas o caducadas que circulan rápido, se difunden a base de Retweets (RT) y desaparecen. Nadie sabe de dónde salió. Pero lo difunde. Nadie se hace responsable. Pero lo rebota. Y, como bien señala El País de las Tortugas, de aquí nada, el desmentido será un género periodístico en sí mismo.

El fenómeno es sencillo de explicar: alguien se precipita con una noticia y las redes, simples ellas, lo difunden sin contrastar. El efecto eco y el borreguismo ya hacen el resto. Conforme más lejos llega más se deforma el mensaje, empobreciendo entre todos ese derecho tan universal como es estar informado. Twitter es (casi) un nuevo medio de comunicación, pero no el único. Es un grave error sólo informarse por ese canal. ¡Viva el RT!

Porque, aunque a veces sea un curioso fenómeno comunicativo, en otras ocasiones puede provocar problemas reales. Ante una alarma como la vivida estos últimos cinco días en la provincia de Valencia, un efecto manada puede provocar colapsos telefónicos, caos en las carreteras o avalanchas en los supermercados. Sólo es cuestión de que el miedo y la desinformación se mezclen. El triste incendio que estamos viviendo tiene ejemplos muy claros. En la mayoría de casos, con RT surgidos desde la buena voluntad. Pero, la buena voluntad, no atenúa el error.

Vayamos al domingo. Tres casos claros y rastreables: demanda de voluntarios de Cruz Roja en un 902, petición de sierras eléctricas en Carlet y el fuego acechando la Central Nuclear de Cofrentes. Las dos primeras semi-ciertas y la segunda un fake en toda regla. Todas, impulsadas a medianoche… a medianoche, claro, cuando acabó la Final y todos recuperamos el smartphone. Todos, famosos incluidos, sin verificar, empezaron a repetir noticias erróneas. En el caso de Carlet, caducadas, pues se escuchó la demanda en el boletín de las 18:00 en Ràdio 9 (hecho que rebotó, tarde, la Policia Nacional a las 23:00). Con los voluntarios, peor, ya que durante todo el día, los medios oficiales se cansaron de repetir que sólo usaban voluntarios de Cruz Roja cualificados o lugareños. Y, lo de Cofrentes, la repanocha, los Bomberos de Madrid, sin competencia en este ámbito, la extendieron, creando un espejismo de realidad en la que muchos picaron. Le dieron al RT. Acojonaron al personal a base de RT.

En ningún caso, la mayoría se planteó consultar los medios oficiales del 112, Consorcio de Bomberos, Generalitat o ayuntamientos para contrastar. A nadie le extrañó que los medios de comunicación cubriendo la noticia no dijeran nada. Simplemente RT.

Y, anoche más. Mientras Iniesta celebraba el título europeo en Madrid, se difundió que que el de Fuentealbilla iba a donar su prima de 300.000 euros a la causa. Nadie sabe de dónde salió, pero hubo quien citó al Ayuntamiento de Valencia como fuente. Erróneamente, un periodista lo difundió «oficializando» el tema. Aunque luego lo borrara y avisara de su error, ya nadie lo pudo parar. Ni Iniesta dijo mu, ni Rita Barberá emitió un comunicado, ni ambos tienen competencias. Al rato, claro, Albiol, como es valenciano, también donaba su parte del pastel e, Iniesta, claro, era héroe nacional. Sin decir nada. Sólo su padre, al ser preguntado en una radio, pudo responder «seguro, que algo ayuda». Y la llama acabó de prender. RT. Y más RT.

Mientras, muchos periodistas valencianos, entre el ruido, intentaban recordar que hasta que no haya confirmación es un error rebotar noticias. No servía para nada. Eran criticados. Yo mismo lo sufrí con la sierra eléctrica de Carlet. El RT es más poderoso que el periodista cualificado. El periodista que, como le enseñaron, intenta ordenar la información.

¿Tiene solución todo esto?

Más sencilla de lo que parece: el público, sólo creerse fuentes verificadas y, el organismo oficial, difundir información constante para evitar los rumores.

El abc del periodismo, plasmado al día a día.

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