Nos ha pasado a todos. Es un momento duro, incómodo. Los acontecimiento se han ido desarrollando de una manera invisible para tus ojos cuando, de repente, todo se precipita. Y, allí te encuentras, quieto, callado, en un instante eterno, sin saber qué decir. Son poco más de un par de segundos, pero parecen años. Qué digo, piensas. Y de repente, todo fluye, no recuerdas por qué lo dijiste, incluso, jurarías que no fuiste tú, que alguien lo puso en tu boca, pero hablas, desde lo más hondo, o desde lo más alto, quién sabe.
Pero encuentras las palabras.