Blogueros

bdt1

Ayer, el portal Bon Dia Torrent nos hizo una pequeña entrevista a algunos de los blogueros torrentinos como fuentes orales de un reportaje más amplio sobre la importancia de la participación ciudadana en la comunicación y la incidencia (o no) de los blogs en la ciudadanía  o en ese ente colectivo, cual enjambre, que es Torrent.

Inicialmente, cuando Txus me llamó para preguntarme si me importaba participar, pese a que estoy más que acostumbrado a la exposición pública, me dio un poco de palo. Uno es más mirao de lo que parece. Pero, como la historia me parecía muy interesante y, encima, tenemos algunas historias comunes, pues no supe decir que no. 

Pero, claro, uno se pregunta (y debate) hasta cuánto merece la pena exponerse. Como ayer refería en la entrevista, cuando uno decide ser parte activa de la blogosfera y escribir, lo hace más por «culo veo, culo quiero» y la ilusión de tener ese juguete nuevo que son las webs 2.0 que por la idea concreta que te lea todo Dios. De hecho, los primeros meses de blog, es un dar palos de ciego hasta encontrar tu estilo. Cuántos nacieron y cuántos murieron por el camino. Cuántos fueron vendidos como medios de comunicación y eran panfletos. Cuál será el futuro de los blogueros.

Yo, personalmente, con el tiempo (en marzo, cuatro años de blog) he ido difuminando muchísimo lo íntimo (a quién le importa!) por una extraña forma de columna que navega entre lo periodístico, costumbrista, vivencial y personal. Por las visitas y por algunos comentarios, sé que más de uno me lee, pero no dejo de preguntarme hasta que punto hay vanidad en los blogs, creyéndose que a alguien le puede interesar lo que uno diga o simplemente te cotillean. Porque se habla mucho de los que escriben pero poco de los que leen allí, agazapados en la red.

Nunca lo sabremos. Por eso, yo, como en mi intervención, cada vez prefiero centrarme más en lo periodístico, en el columnismo. Por ahora, mantengo intacta la vocación de comunicar. Busco mi sitio y avanzo. En mi profesión, no es mal ejercicio diario. Y, mientras, cada poco, reviso hasta cuánto merecerá la pena, hasta cuándo se debe contar, decir o opinar. Intentar no pasar la línea. No meter la pata, no decir más de la cuenta.

Pero, comunicando. Sin más aspiración.

CANCIÓN PARA ESCUCHAR: Sus nuevos zapatos (Lori Meyers – Hostal Pimodan)

Deja un comentario