Comentaba el otro día el Delincuente Fallero que aun visitaba con alguna frecuencia un blog torrentí ya cerrado con la esperanza de que algún día regresara aunque, más posiblemente, lo hacía por rutina habitual. He de reconocer que a mí me sucede parecido. Cada día, en el ritual (que muchos veneramos) por las distinas páginas y blogs, continúo visitando los de amigos y familiares que ya abandonaron o pusieron una larga pausa con la vana ilusión de que hayan escrito unas miseras líneas.
Evidentemente, no es así. La mayoría no volverá a la blogosfera pero, yo continuo, erre que erre, entrando todos los días como aquel jubilado que cada mañana pasea por su antiguo lugar de trabajo o almuerza donde antaño para intentar recuperar aquellos años que ya pasaron. No sé. Era bonito leer a los amigos y conocidos, nos sentíamos una comunidad virtual (que al rato nos ibamos a topar por la calle o en el bar).
Son costumbres, rutinas, que le vamos a hacer. La esperanza es lo último que se pierde. Y, total, un click no vale dinero.
Por eso, yo seguiré entrando cada día, porque a veces hay sorpresas y regresos inesperados. Quién sabe, igual de aquí unas semanas me encuentro de nuevo paseando por «El Ficus» con «La vieja guardia» o visitando «La casa de la plastilina» para tomarme una «Tomateta i pimentó» con «Mis 99 calamares».
Háganselo ver, porfis.
CANCIÓN PARA ESCUCHAR: Last to die (Bruce Springsteen – Magic)


Una respuesta a “Visitas absurdas”
Tomateta i pimentó volverá. No se com ni amb què, pero volverà.