Por causas indescifrables del destino, el domingo me encontré solo en casa durante todo el día. Sí, amigos, en pleno puente pascuero, me quedé tirado en casa, convertido en un lobo solitario encerrado en su guarida, vagando meláncolico por los pasillos y hablando silenciosamente con las paredes. Tampoco me podía reprochar nada ni sentirme frustrado por ello, pues el retiro había sido voluntario (tenía trabajo pendiente delante del ordenador y había decidido renunciar a pasar el día en la beach con mi Santa por adelantar feina). Pero claro, no esperaba estar tan tan tan solo, por un fallo de agenda no contaba con que mis padres estuvieran de pendoneo con los amigotes. Así que, sin comerlo ni beberlo me encontre solito en casa… oh, qué penita….
Y, que quieren que les diga, una vez superado el silencioso shock inicial, la vida de independiente no estuvo nada mal. Incluso me gustó. Por una vez, olvidarme del bullicio exterior e ir a mi bola (que no en bolas) por casa tuvo su gracia. Yo era el amo de mi mundo. Mucho redactar y mucho ver la tele. Ese era el plan y así se cumplió. Las motos, algún capítulo de Weeds (esta genial serie merece un post aparte), el final pendiente de la peli de Miami Vice y el VCF (pese a la llamada de Xavi, renuncié a ir a Mestalla y, a qué mala hora, me lo compré) fueron las únicas voces que me hablaron en mi día de trabajo y desconexión. El día en que fui el presidente de la República Independiente de Mi Casa.
Ya, llegada la noche, con las primeras sombras, decidí salir de mi aislamiento y visitar, a escondidas, a Mi Santa recién regresada del mundo de las olas. Le comenté lo del descubierto placer de la vida aislada, de mi nuevo rumbo vital y del planteamiento de irme a vivir solo, siendo un tío guay e independiente, yo sólo dictaría mis normas.
Menudo capón me dio.
PD. Donde no estaremos nunca más solos será en los conciertos de Quique González. Exitazo el del viernes en el Greenspace. Se acabó lo de la familiaridad de las salas pequeñas. Las masas empiezan a venerarlo. Pese a un último disco más bajonero de lo habitual, gran, gran, grandísimo concierto.
CANCIÓN PARA ESCUCHAR: Hotel Solitarios (Quique González – La noche americana)

