Miope

Una vez sobrepasado el Mig Any y ya recuperado en voz y cuerpo de la explosión festera del sábado, varias evidencias me asaltan en estas páginas:

1. Cuánto tiempo. El carácter familiar y de reencuentro con toda la familia dels moros i cristians torrentins continua intacto. En Mig Any es imprescindible la entradeta falsa para darle sentido a la jornada, pero casi más, diría yo, esos encuentros de mesa y sobremesa con los amigos y compañeros festeros.

2. El postre. Los tiempos cambian, por fin en el menú de una capitanía aparecía algo más que naranjas para el último plato. Además, café y todo. Como lo oyen, oigan.

3. El tiempo es oro. ¿Por qué me sigue dando la impresión que nos hacen salir escopetados a los cristianos para que luego haya más tiempo para los moros? Quizá es sólo impresión mía, pero en mi reloj radiofónico ponía menos 5, me diga lo que me diga Carmelo.

4. Camarero, una de canapé. Els Comilitons mantienen intacta su capacidad de asistencia, inconsciencia («¿Dónde coño está la banda?»), alegría y sentido de espectáculo. A la cena me remito.

5. La atracción del vino. Mientras nosotros cantábamos y rimábamos con lo más impensable, las capitanias jugaban a ver quien empinaba mejor la botella ante los jaleos del respetable. No se salvó ni la presidenta de la FMCT. Juraría que algún concejal miraba hacia otro lado.

6. La orquesta. ¿A quién le importa la orquesta? Por momentos, ni caí en la cuenta que estaba allí. Mientras mi Santa and su grupo indestructible bailaban, esta vez no hubo primera fila de batalla para nosotros. Tampoco importó. Seguimos riendo.

7. MJ. Se me acercó y me habló. Y no me temblaron las piernas. Jaiajaijajai!!! Vale, juego con ventaja, pero si le llega a ocurrir al de Millor Torrent, le da un patatús de la emoción.

8. Guillem. Ya ven la foto. El nene va entrenándose. Cuanto más pequeño, mejor.

Ya saben, la genética comilitona.

CANCIÓN PARA ESCUCHAR: Rainbows of colours (The Sunday Drivers – Tiny telephone)