Como gran descubrimiento de mi nueva etapa rodeado de sobrinos de distinta consanguinidad debo confesar que me tiene confundido lo del tema de las sonrisas. Acostumbrado a bromear por vena me duele que los nuevos bebotes se me resistan. Sonríen, sí, pero nunca sabes exactamente porque lo hacen (y si lo hacen realmente). Dicen los médicos que hasta el tercer mes es sólo expontaneo, no motivado. Carallu. ¿Cuánto falta para eso? Sonrían, coño. Yo le toco a Guillem la barbillita y hace muecas, pero no sé si es relación causa-efecto. Al menos, como ven en la hermosa estampa que nos acompaña, María Puig Remohí ya superó esta etapa y, además de aporrear mesas, sonríe de muy buen grado.
Es como con la mirada perdida. ¿Realmente te miran a tí? No. Abro el libro médico y los expertos te anuncian que sólo ven sombras y, con suerte, colores. Por eso, ayer estaba más pendiente del Pasapalabra que de quien le balanceaba. Tendremos que esperar, como diría Xoel (Deluxe). Al menos, la cara de cabroncete cuando se tira pedos o va a hacer popó ya se la tenemos pillada. Y lo del sonido también parece empezar a estar controlado. Se nota, se siente.
¿Les conté que un día lo dormí al son de «Las chicas no tiene pilila»?
CANCIÓN PARA ESCUCHAR: Often (The Sunday Drivers – Little Heart Attacks)

