Contigo, Carlos

 director-hora-25.jpg

Esta mañana, al empezar a susurrarme mi despertador en boca de la Cadena SER para persuadirme en levantarme, he notado que algo extraño ocurría. «Mosquis, no se habla de ninguna noticia en concreto», he pensado aun con los ojos cerrados, porque sólo y exclusivamente lo hacían de una persona: Carlos Llamas. Inmediatamente, mi cerebro ha reaccionado temiendo lo peor. «Ha muerto, seguro» he pensado temiendo estar en la razón. Y así ha sido. He abierto los ojos para escuchar que hoy la vida se ha cobrado una gran perdida para nuestro extenso y variado mundo periodístico.

No me voy a poner ahora a ensalzar ni a explicaros su trayectoria, porque para eso, están sus propios compañeros sólo con que sintonizéis hoy su emisora o entrando en la página web de la SER. Además, tampoco creo que sea la persona indicada. Sólo soy un simple oyente y admirador. Un enganchao a la radio que hoy sólo puede rendir mejor homenaje a Carlos Llamas que contaros como lo descubrí. Más concretamente, en una de esas noches de estudio de la carrera. Siempre he empollado con la radio enchufada (la técnica del astronauta que algún día os contaré). Y «Hora 25» era el programa que me acompañaba (más tarde, ignorante de mí, conocería en alguna clase, ¿acaso Don Jesús Zaiz?, lo crucial de este programa para nuestra historia comunicativa).

En la vida, muchas veces debes escoger. Son momentos en los que es o blanco o negro. No existen matices posibles. Y una de esas elecciones te salta cuando debes sintonizar una emisora para tu despertador. La Convención de Ginebra ya señala que no se puede estar cambiando cada noche. Y, no me digan por qué, mi hermano and me escogimos la de Polanco. Supongo que por «El larguero», porque por afinidades políticas, al menos conmigo, va ser que no. Ya saben que en el juego político no voy hacia ninguna esquina en concreto. Paso. Prefiero ir por libre. Pero, volvamos. Al escoger la SER para informarme, cayó en mi escucha un Gabilondo cada vez más beligerante por las mañanas, un entrenídisimo Carrusel y Ventana por las tardes, y la sobriedad y amenidad de Llamas y De la Morena por la noche. Así lo conocí, de tertulia en tertulia.

Claro, con el tiempo y el final del estudio de la universidad me he ido desenganchando. El Sr. Digital ocupó su lugar y me olvidé de la radio nocturna. Pero aun así, de vez en cuando, le daba un click a la radio del despertador para ver por dónde iban los tiros esa noche o para escuchar su adelanto de El Larguero con Bustillo. No sé, la cuestión es que no dejé de perderlo de visto hasta que de repente dejó de salir su voz. «Qué raro», pensaba. Pero lo dejé pasar. Hasta que casi, a la vez, descubrí que estaba enfermo de cáncer (las «séis letras» como él llamaba a su enfermedad) y que se había recuperado en tiempo record. La noche que volvió estuve pegado al despertador (pobre, se lleva todos mis golpes) para escuchar de nuevo su voz. Cascada, pero vigorosa de nuevo. Feliz de volver a estar en las ondas.

No hará más de un mes, en la presentación de la nueva temporada, escuché que volvía a estar de baja. «Una pequeña recaída» dijeron, «pronto estará con nosotros» repetían. Y justamente ha sido al revés.

Hoy, somos nosotros, los que estamos contigo, Carlos.

CANCIÓN PARA ESCUCHAR: Contigo (Joaquín Sabina – Yo, mi, me, contigo)

Deja un comentario