Acabo de subirme a la Fundació a trabajar un poco.
Mientras iba avenida arriba, en casa me he dejado a mi madre apurando sus últimas sobremesas antes de que empiece el cole por las tardes. Y claro, siendo las horas que son, seguro que estaba contando los minutos que le quedaban para «Bea la fea». Sí, como lo oyen. La madre que me parió está enganchadísima a la serie. Como si fuera una adolescente y/o maruja más. No me jodas, Rafa. Cuando viene del cole, entra corriendo para ver si aun ve algo de la serie. Y, ojito con molestarla. Encima, ahora, con el Big Brother de turno, han retrasado su horario, así que llega de sobra. Más enganche aun. Como en el verano.
Lo más curioso de esto es que mi madre no es casi televisiva. «Gente» y poco más, es de las que cuando ve las series (sólo españolas, claro) de noche lo hace medio durmiendo, es decir, que casi no se entera. Pues no, en este caso, enganchaíta perdida al culebrón de Tele 5. Dice que es muy divertido. Que no es el típico culebroncillo. Ella sabrá. Yo sólo flipo con sus nuevos hábitos telecatódicos.
Ah! Pero no se crean. El padre que me engendró está igual. De toda la vida ha sido más de pelis que de series. Es de esa especie de padres que parece haberlas visto todas. Y si no, tienen un sexto sentido para pillar argumentos a mitad de peli o para deducir finales por otras que han visto. Pues ahora, está con «Monk» que no caga. En este caso, el gusto está más cercano al mío que el de mi madre. Ese peaso de detective maníatico e hipocondríaco me cae bien. Aunque, repito lo anterior, lo curioso es que a su edad me vengan con enganches televisivos de ese tipo. Pensaba que el único en casa era yo. Que era un flipao con algunas series. Pues no. Parece que somos todos.
Será que semos televisivos.
CANCIÓN PARA ESCUCHAR: The outsiders (R.E.M. – Around the sun)

