Faltan pocos minutos para la una de la madrugada y el cochesito avanza rápido por una silenciosa Calicanto. A estas horas, el trayecto se hace corto. No hay tráfico, sólo me topo con un paseante despistado, un grupo de adolescentes enamorados y el coche de seguridad de la urbanización. Estoy cansando, contento y melancólico. Un conglomerado de sensaciones que resuenan a la vez. Canta Quique González («Tengo bastante con morder algún pedazo de sueño para no olvidarme de las cosas importantes y tener encaje, sin perder empaque») y parece que me habla a mí.
Hace tan sólo unos pocos minutos que los últimos supervivientes de la filà nos hemos despedido a las puertas del Chino de la Avenida. Es una de esas tradiciones tontas que tenemos: estirar la fiesta hasta la última madrugada en el lugar más insospechado. Es el momento de recordar multitud de anécdotas, hacer balance, darnos besos y abrazos, entontar un callado «pobre de mí» y trazar planes. El año que viene toca elecciones generales. «Qui es presentarà?» pregunta uno. Otro hace sus quinielas. Salva bromea con presentar una «Junta del Chino». «Ni de coña» espeta alguno.
Toca despedirse, que la medianoche ya ha pasado. Más besos y abrazos. Creo que somos la filà que más se besa y abraza por metro cuadrado. «Pero sin mariconadas, coño», alguien imita a Torrente. Claro hombre, ahora, lo dices, después de habernos exhibido públicamente en el tractor rosa. En fin, que los abrazos son habituales en Els Comilitons. Nos gusta tocarnos. Demostrar el aprecio que nos tenemos. Nunca nos conformamos con ser una simple asociación cultural. Creamos la filà como un lugar de encuentro para los amigos. Unos de siempre y otros de nuevos. No llegabámos a los 20 años pero lo teníamos claro. Y así crecimos sostenidamente. Y así seguimos. Han pasado nueve fiestas y cont¡nuamos vivos. No necesitamos grandes trajes, casernas, capitanias… sólo seguir riendo sin parar. Only buen rollete.
Por eso, entiendan que me dé lástima que se acaben las fiestas. Perder de vista a esos 43 tiparracos hasta septiembre. No cenar ni comer con ellos. No cachondearnos juntos de todo lo posible e imposible. Aplaudir cualquier chorrada. Tortugal. Pos no cambia. Borinot. No tomarme el helado en el Rafa. No abrazar al que acaba de llegar. Siempre igual. Tanto presupuesto «per a engrandir la festa i potenciar tots els vicis possibles» y a lo único que aspiramos es que la armonía continue intacta.
Sí. Tengo bastante con morder algún pedazo de sueño para no olvidarme de las cosas importantes.
CANCIÓN PARA ESCUCHAR: Hotel Solitarios (Quique González – La noche americana)

