Miope

Se lo prometo. Es verídico. Me acaba de pasar hace unos minutos. He ido al banco a actualizar mi cartilla, pero había la consabida cola de todos los días,  así que he esperado paciente mi turno mientras un tipo sacaba dinero en el cajero. Dinero que le debe sobrar, porque, finalizada la operación, ha sacado la tarjeta, se la ha guardado en la cartera y se ha pirado sin llevarse los billetes. Les juro por Snoopy que habrían lo menos 300 euracos. Allí. Solos y aburridos en la ranura. Los que estábamos en la cola (dos mujeres y yo) nos hemos mirado unos a otros. Yo he mirado hacia la puerta y el ricachón seguía su camino. El tiempo se había detenido. Todos quietos mirando los billetes que nos hacían burla. Cógeme me ha parecido escuchar que me decía uno. Faltaba que alguien dijera 1, 2, 3, pollito inglés para lanzarnos todos de cabeza a por la recompensa. De repente, se ha abierto la puerta de la sucursal. Era el Tío Gilito en busca de su tesoro perdido. «Que cabeza la míaaaaa, menudo soy». Todos hemos sonreído forzadamente y no hemos sido capaces de decir nada. «Andaaaa que si no vuelvoooo, que bien os hubiera venido el dineritoooo». Claro, coño. «No te creas que tanto» le ha vacilado, de repente, toda chula, una de las mujeres.

Serás tú, he pensado.

CANCIÓN PARA ESCUCHAR: «La puerta de al lado» (Los Rodríguez – Palabras más, palabras menos)