L’Ajuntament de Torrent concedió ayer oficialmente la insignia de plata de la ciudad a título póstumo a Javier Almenar Besó. Esta distinción se otorga a las personas que por su valía cultural o artística consiguen llevar el nombre de Torrent a cotas más altas. Él se la merecía. Sus pinceles están en muchísimos rincones de nuestra ciudad, pues restauró gran parte de nuestro patrimonio local devolviéndole su antiguo esplendor (ni más lejos, la desaparecida y gratamente encontrada, Mare de Déu del Pòpul de Torrent). No seré yo el que se ponga ahora a ensalzar las cualidades humanas y artísticas del restaurador, pintor y ceramista torrentino, más que nada, porque no lo conocí personalmente ni entiendo mucho de arte. Además, para ello, ya se ha editado un libro (dentro de la colección «Gent de Torrent») donde se recoge toda su vida y obra.
Ayer por la tarde, sus familiares consiguieron emocionarme en el salón de actos del consistorio. En especial, con sus palabras y lágrimas, su esposa Esther Cerdán y su amigo Alfonso «el frare». Pero, en general, toda la familia Almenar por quererse tanto, cosa que, hoy en día, no predomina. Curiosamente, de esta familia, con quien realmente tengo trato es con toda la crialla: Patri, Nuria y, desde hace poco, con Albert y Xavier, los hijos de Javi Almenar. El alcalde Bresó les decía ayer un detalle ciertísimo: «almenys, així sabreu lo important que era el vostre pare i lo que se li vol». Por eso Esther y Alfonso se empeñan en que no pierdan el contacto con Torrent (viven en Valencia) apuntándolos a todo lo posible. Además, son todos unos cracks, geniales.
Hoy sólo quiero dedicarle un huequecillo de honor a Javi Almenar en este humilde blog porque creo que lo merece, porque sus familiares también se merecían sentir el reconocimiento que tuvo ayer y porque el acto formal me dio mucho que pensar: un pueblo que no sabe reconocer a sus personas ilustres, tengan la edad que tengan, sea su cargo y profesión que sea o la relevancia social que adquieran, nunca conseguirá que sus vecinos se sientan partícipes de su futuro. Ayer se repitió mucho la frase de «ojalá este homenaje se hubiera hecho de aquí muchos años», evidentemente, pero más vale hacerlo tarde que nunca y quedar en el olvido. Desconozco la burocracia para conceder medallas, insignias, estatuas o calles. Tampoco creo que se pueda estar dando estas distinciones a granell. Pero, un pueblo debe aplaudir y ensalzar a quien se lo merece, a quien contribuye a su historia. Espero que en Torrent, todas las calles de la nueva zona en expansión, que ahora tienen nombres sin significado local o, pero aun, de olimpiadas (no me diga por qué), poco a poco vayan cambiándose por esos torrentinos que merecen ser recordados por todos.
No me importa desconocer donde fueron las juegos olímpicos del 72.


