Improvisant

logo-lliga-improvisacio.jpg 

Ayer, en plena vóragine cultural que nos ha entrado a mi Santa y a mí (un concierto casi por sábado, aunque este último finalizara antes de lo previsto, sin ver a Señor Mostaza, por una indisposición de mi señora esposa), fuimos al TAMA a presenciar la final de la Lliga d’Improvisació d’Aldaia. Nos trajimos con nosotros a Salva y a Laura pues, entre otras cosas, era una cuenta pendiente que teníamos desde hace un par de años. Como que la cosa va de improvisar, empezamos pronto en el propio vestíbulo, mientras le intentábamos sacar al técnico del teatro, amiguete mío, unas camisetas por la patilla. El chiste de Salva no coló («si tu eres técnico yo soy físico»).

Una vez dentro, descubrimos que Major no las tenía todas consigo en la obra. Laura dudaba por si no le gustaría, así que intentó que se sentara a mi lado para poder bromear juntos. No lo permitimos, perquè ja som xics majorets. De todos modos, no tenía una gran preocupación por su risa. Sabía que se iba a partir el pecho. Y así sucedió. Una vez empezado el espectáculo (aclaración rápida: cuatro equipos, a modo de eliminatorias, la de ayer era la gran final, compiten a ver quien hace los mejores sketch humorísticos sobre temas improvisados, a veces con escenas comparadas, otras juntos o seguidos, a veces con especificaciones y el público vota cuál le ha gustado más), las carcajadas fueron continuas: que si el hermano ralla de coca, la muerte de Papa Noel (gran protagonista de la velada), tin-tan-tun, el paseo triunfal, la benjamina vacilando al padrino italiano, el eclipse de luna, los jedis… hasta llegar a un esperpéntico final con un tipo del público intentando hacer un streaptease. Patinazo que no veas.

Sabía que ibamos a pasarlo en grande. Apostaba a caballo ganador. Pero, he de aplaudir que, de la última vez que vi una final de la lliga, la calidad había mejorado mucho más aun y la mayoría de los sketch fueron realmente desternillantes para ser grupos de teatro amateurs. No tienen tanto que envidiar a los famosos «Imprebis«. Que, por cierto, ahora que sale el tema, he de decirlo en voz alta: la ahora famosa compañía nació de los Matx d’Improvisació d’Aldaia hace casi 20 años. Santiago Sánchez y Carlos Castillo surgieron de aquí de Aldaia y la mayoría de actores de esa primera época tienen ahora una buena reputación. Que quede clarito. Que en estas cosas del teatro Aldaia es una primera potencia mundial. Que lo sepa todo el mundo. Que uno está bien orgulloso del pueblo de mitad de mi familia y que ahora me da de comer.

Por cierto, al final, Salva se lo pasó en grande. El año que viene quiere repetir.

Deja un comentario