
Aunque aun nos quedan dos días para final de año, viendo que vamos de cara a un fin de semana, que no creo que escriba más y que tampoco muchos lectores voy a tener, casi que hoy podríamos hablar ya de nochevieja y así cerramos oficialmente «El código de Carles» hasta 2007 donde estrenaremos nueva cara y nueva ubicación. Todo un acontecimiento mediático que ni el nuevo coche de Fernando Alonso. Preparen el champany y el confeti.
Yo voy al Mercat. Sí, un año más. Para qué buscar otro lugar. Está en Torrent, es barato y tanto si la cosa acaba bien como si acaba mal llegaré a mi hogar andando con un simple recorrido de cinco minutos. Qué más se puede pedir. Para algunos puede sonar un poco cutre, pero el tete que os escribre, desde que se abrió el Mercat Municipal para nocheviejas y fiestas varias no ha dejado de acudir ni un año. Merezco un placa, un monumento, pues incluso estuve en el primero, yo fui de los que tuvieron que mear en la planta baja, al lado de la pescadería. Con dos cojones. Además, gracias a la Capitanía, sé lo que es estar en barra y en tíckets durante las seis horas que dura el desparrame de collares de colores, pilares, empujones y mareas humanas.
Sí, yo soy de esos que se plantea la última noche del año como una fiesta más, sin tanto reconocimiento, la verdad. Hubo ofertas interesantísimas para irnos fuera, pero aparta de no poder, ahora ves que gastar por gastar. Yo me conformo con una buena cena y una mejor compañía. Hasta esta edición, con mis amiguetes, en 2006 con los de mi santa (también amigos míos, qué coño). Así que más no puedo pedir. Una vez pasada la cena, las uvas (en la Iglesia o no), la gran competi de jungle speed y el tiempo prudencial de abuelas, mamás, niños y pasodobles varios; nos encontraremos allí con grandes cantidades de conocidos. Fiestón asegurado. Porque muchos son los que le huyen al Mercat, pero muchos los que se quedan. Atrae mucho lo de irse andando a dormir a casa y no gastarse excesiva pasta. Me la prefiero guardar para futuros viajes (¿London?).
Así que, allá nos vemos.
Feliz 2007.
PD. Y recuerden: el 2 de enero un nuevo «El Código de Carles»
