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Entre tanto beso y abrazo, entre tanta cara de alegría y satisfacción, entre tanto baile y júbilo, una cámara se convirtió en un gran fotomatón público. Dejó de ser mía. Pasó a ser del pueblo que pedía más y más. Todos querían fotografiarse con las estrellas de la noche.
No están todos. Pero no es mal resumen.
