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Segunda parte de la parte contratante de la primera parte de ayer.
Hoy seré más breve. Las cosas están más que dichas desde hace años. Como le comentaba ayer a Laura-nadie-te-ama-como-yo, el mérito de estos dos homenajes no es para tanto, no escribo nada que no sepamos. Nada que no esté puesto en algún plan de campamento perdido por casa. Nada que no se intuya con nuestras miradas cómplices. Nada que la gente no esté acostumbrada a ver. Nada.
Pues eso…
Que se casa Salva. Mi amigo. Mi hermano.
Creo que con estas sencillas palabras ya lo defino todo. No necesito más artificio ni palabrería. Es así.
Como bien me aconsejaron mis padres desde pequeño, la familia es la que te ha tocado, pero a los amigos los escoges tú. Y así fue. De repente, nos encontramos. Alguien nos puso en el mismo camino. El resto lo añadimos nosotros. Y, muy bien, por cierto, Porque, a diferencia de lo que muchos se piensan, no somos íntimos desde pequeños, sino de mayores. Como toca. Porque lo importante era madurar juntos.
Y, claro, las experiencias compartidas han sido muchas: els trolls, el grupo técnico en cate, Santiago, los barreros, todo el junior (que ya es mucho), el amor por los chavales, las broncas que nos han caído, las ilusiones, la dedicación, tantas reuniones, los campamentos, Noelia, Lucas, la tia Che, avanzar en nuestras carreras y vidas profesionales, también sentimentales («tinc una cosa que contar-te, isc amb…»), los millones de horas por la filà, el tinte rubio, les animalaes, la capitanía que casi nos cuesta la vida, el futbol 7, nuestras respectivas (una apaluso para ellas), el acompañamiento a mi Santa, nuestras familias, nuestros hermanos, la revisión de vida, perdida y mail, tantas risas, tanto cachondeo, nunca un mal gesto… joder, tantas cosas, que creo que es injusto que las intente ennumerar.
Una amistad no se resume, se comparte. Se vive de pequeños momentos, no de grandes. Sólo puedo decir que me enorgullezco de ser su amigo.
Y, sobre todo, de que siempre será así.
PD. Vaya. Al final no he sido tan breve como quería. Ya parezco el cura que los casará… ¿Será contagioso? Cabrrrones. Pues nada. Mejor callar. O gritar: ¡¡¡VIVA LOS NOVIOS!!!
