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A todo hijo de vecino, de vez en cuando, el fin de semana, entre fiestukis, modorras y apalancamiento general, nos da por querer ir al cine. Con dos cojones, ver una peli entera, de un tirón, así, por placer, sin pirateos, del top manta o alquileres. No, no, no. Hoy vamos al cine, aunque sea caro (5,10 euros en el Bonaire con mi carnet de estudiante, sablazo que no veas si no te toca ningún descuento). En esas ocasiones, te acercas a los multicines más cercanos (ya no quedan salas de una única proyección, con su cartel pintado a mano, snif, snif…), miras hacia arriba, a la pantalla con mensajitos y te planteas la gran decisión: cuál quieres ver. Tengo comprobado que, si no lo tienes claro, en el 70% de las veces, metes la gamba y te vas a casa diciendo «pues bien, pues vale, no ha estao mal».
Al cine se debe ir por placer, a pasar una velada agradable, agradable, agradable. Ahí está la magia del cine. Por eso, mi Santa y yo, de un tiempo a esta parte sólo vamos si se juntan tres grandes variables: tenemos tiempo (fuera las prisas!!!), la peli nos sugiere y la crítica la señala como buena. Si no, nones. Y así llevamos una temporadita y no nos va nada mal. Es más, llevamos dos seguidas cojonudas. Que tenéis que ver. Por eso, todo este rollo introductorio. No se os pueden escapar. Ayer por la tarde vimos la segunda con la alicantina (prohibido citar su nombre!!! herejía!!!) y qué gran tarde pasamos.
Apuntad: «Inflitrados» y «Scoop».
Scorsese y Woody Allen: Cine en mayúsculas.
Mucho no voy a decir, sólo reiterarme, qué peliculones!!!! No sabría por cual decidirme: intriga o buen humor. Guión enrrevesado o diálogo chispeante. Oscuridad o luz. No sé… son las dos tan buenas.
En «Inflitrados» estamos ante un planteamiento cojonudo: un poli inflitrado en la mafia y un mafias dentro de la policia. Ale. Pues si ya parece complicado. Imaginaros dos horas y medio de tácticas, estrategias con móviles, encuentros, sangre, riesgos… Madre mía. Casi nos da un infarto a los tres. Los gritos de sorpresa se fueron sucediendo en la proyección. El resto, silencio. Todos con el alma en vilo. Joer… Viendo a los dos callados, con el móvil en la mano, esperando que uno de los dos se delate. Aaaaays…
«Scoop» es un mundo diferente. Woody Allen en estado puro, absurdo, gestual, irónico, con momentos increíbles (acompañando a «la muerte» en el barco, en albornoz por la piscina…). La sala era un vaivén de risas por culpa de escenas imposibles, frases chispeantes, comparaciones, gestos cómicos… Y para acabar de arreglarlo: Scarlett Johanson, que no está buena, no. Por Dios. Es una diosa (nunca mejor dicho) y, encima, buena actriz. Un ejemplo para la raza humana.
En fin, que me veo un poco dulzón. Ya está bien. Que me encantaron. Vayan a verlas.
Es un consejo de amigo.
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