¿Stress post-vacacional? No, gracias.

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Ayer, volví a abrir las luces de ese semisotano radiofónico que es Aldaia Ràdio. Y nada más lejos que esa misma mañana, me preguntaba Xavi cómo me había ido la reincorporación al mundillo laboral, que si había sufrido, llorado o pataleado. Evidentemente, todo desde la sorna, pues hace una semanita un servidor le estuvo pinchando de la misma manera, ahí, ahí, qué sangre mientras me toco los huevos en el xalet… pues nada, quien las da las toma, semos así, ayer me tocaba a mí, es justo, nenes.

Tonterías aparte, pues no, no tengo stress post-vacacional. No soy de esos. Me gustan las vacaciones por despejarme y dormir sin ningún despertador y/o reloj que me marque la vida, pero poco más. No es un gran trauma volver a trabajar. Soy de esos que va (más o menos) feliz y agustito a trabajar. Es más, prefiero la actividad cotidiana (que no rutina) porque es mucho más interesante y viva, con tus actividades, con pocas pausas, viendo a tu gente, con los bares abiertos, con la cabeza donde debe estar, etc. etc. Tampoco sin agobiarnos, oigan, no me entiendan mal, que masoquista tampoco ha nacido uno.

De todos modos, la verdad sea dicha, ese supuesto stress de la vuelta al cole es más fácil de impedir si uno tiene en cuenta ese pequeñito detalle de que esta semana estoy solito en la ràdio (mentira, al técnico también le toca), con pocas tareas que fer (mejoraré la web y organizaré el archivo sonoro) y, vaya, siendo mi propio jefe (bueno, de hecho, casi técnicamente lo soy, es lo que nos pasa por ser autónomos). Así que estaré tranquiloide. Además, la nueva temporada de la 98.2 no echa a andar hasta octubre, así que no problem, reincorporación progresiva.

En resumen: que no, que no estoy depresivo, que va, que va.

Además, cómo voy a estar depresivo si hoy fijo que me acabo el puzzle.

Soy un máquina.

Soy un crack.

PD. Aunque no tenga nada que ver. Os dejo arriba una fotillo (montada) del sábado sabadete en Cullera Beach. Ante ustedes el equipo de torrentinos (per cert, todos familia mezclada entre sanguinea y política), sólo faltan Josema que ejercía de cámara y Salva eligiendo a su bola la bola de helado (jejeje, qué poeta soy). La de pateos que nos dimos para comunicar un apartamento con otro.

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