No somos nadie

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Desde que El Cochesito entró en mi vida, algunas de mis costumbres matutinas han cambiado. No muchas, pero algunas. En resumen, digamos que me levanto con más parsimonia, leo menos libros (ya no hay 20 minutos de bus) y escucho más la radio. Antes podía, pero me daba por leer. Ahora en el trayecto de ida (que ahora cuando subamos al chalet se hará más largo) me sintonizo a M80 y a ese gran periodista-humorista llamado Pablo Motos. Me parto nenes, me parto. Desde Gomaespuma en mis trayectos hacia el CEU que no estaba tan engachaíto a un programa despertador.

Y es que el Motos es un megacrack. Y encima valenciano. Ya lo tenía fichado por sus guiones, sus monólogos en el Club de la Comedia o por sus columnas, pero desde que estrenó hace un par de años «No somos nadie» aumentó mi interés (echale cojones para tapar el hueco de Fesser y Cano), a rachas, pero lo seguía. Pero, ahora, con él a muerte. Encima me parto con sus intervenciones en el programa de Boris (rompió un espejo el pasado martes y trece), especialmente, con ese apartado los martes donde descubre canciones conocidas que esconden cachondas frases en castellano. Genial. Me parto. Un crack.

En fin, casi mejor, que me callo. Porque para ilustrarles, mejor dejarles hoy un monólogo suyo.

Buen provecho.

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«ELLA TE QUIERE COMO UN AMIGO»

Hasta ahora pensaba que la peor frase que te puede decir una tía es: «Tenemos que hablar…». Pero no, la peor frase que te pueden decir es: «yo también te quiero… pero solo como amigo».

Eso significa que para ella tú eres el mas simpático del mundo, el que mejor la escucha, el más enrollado… pero que no va a salir contigo. Va a salir con un impresentable que sólo quiere acostarse con ella. Eso sí, cuando el otro le haga una putada, te llamará a ti para pedirte consejo. Es como si vas a buscar trabajo y te dicen: «Señor Motos, es usted la persona idónea para el puesto, el que mejor vitae tiene, el más preparado… pero no le vamos a contratar. Vamos a coger a un incompetente. Eso sí, cuando la cague, ¿le podríamos llamar a usted para que nos saque del lío?»

Me pregunto, ¿qué he hecho mal? Hemos ido al cine, nos hemos reído, hemos pasado horas tomando café… ¿A partir de qué café nos hicimos amigos? ¿Del quinto? ¿Del sexto? Joder, eso se avisa. ¡uno menos, y ahora me estaría acostando con ella!

Para ellas un amigo se rige por las mismas normas que un Tampax: puedes ir a la piscina con él, montar a caballo, bailar… Lo único que no puedes hacer con él es tener relaciones sexuales.

Es que si lo piensas… Si para una tía considerarte «su amigo» consiste en arruinar tu vida sexual, ¿qué hará con sus enemigos? A mi me parece muy bien que seamos amigos, lo que no entiendo es por qué no podemos «follar como amigos».

Yo creo que la amistad entre hombre y mujeres no existe, porque si existiera, se sabría. Lo que ocurre es que cuando ella te dice que te quiere sólo como amigo, para ella significa eso y punto. Pero para ti no. Para ti significa que si una noche estáis en la playa, ella se emborracha, hay luna llena, se han alineado los planetas y meteorito amenaza la Tierra… ¡A lo mejor consigues enrollarte con ella!

Por eso tragas, porque nunca pierdes la esperanza. ¿Qué se lía con Oscar? Pues ya romperá… cuando lo hace, tú atacas con la técnica de «consolador»: «No llores, el Oscar ese es un chulo. Tú te mereces algo mejor, un tío que te comprenda, un tío que sepa estar ahí cuando lo necesitas… Que sea bajito, que sea castaño, que no sea muy guapo, que se llame Javier… como yo».

Al menos, siendo amigo puedes meter cizaña para eliminar competencia. Es la técnica del «gusano miserable». Cuando ella te dice:
– Ay, que majo es Paco, ¿verdad?
– ¿Paco? Es muy majo, sí… un poco bizco.
– No es bizco, lo que pasa es que tiene una mirada muy tierna.
– Sí, en eso tienes razón, me fijé el otro día, cuando miraba a Marta.
– No la miraba a ella, me miraba a mí.
– ¿Ves como es bizco?

El colmo es que las tías consideran que tienen una relación «superespecial» con un tío cuando pueden dormir con él en la misma cama y que no pase nada. Pero bueno, ¿lo «superespecial» no sería que sí pasara algo?

Un día después de una fiesta, te quedas ayudándola a recoger, como haces siempre, y cuando acabáis, ella dice:
– Huy, es muy tarde, ¿por qué no te quedas a dormir?
– ¿Y donde duermo?
– Pues en mi cama.

A ti te tiemblan las piernas: «¡Ésta es mi noche, se han alineado los planetas!» Al rato te das cuenta de que no son precisamente los planetas los que se han alineado, porque ella, como sois amigos, con toda la confianza, se que queda en camiseta y bragas, y tú, visto lo visto piensas: «Me voy a tener que quedar en calzoncillos… con la alineación de planetas que llevo encima».

Así es que te metes en la cama de un brinco y doblas las rodillas para disimular. Ella se mete, te pega el culo y te dice: «Hasta mañana». ¡Y se duerme! «Pero bueno, ¿cómo se ha podido dormir tan pronto? ¿Pero esta tía no reza ni nada?».

¡Estas acostado con la tía que te gusta! Al principio no te atreves a moverte, para no tocar nada. Sabes que si en ese momento hicieran un concurso, nadie podría ganarte: eres el tío mas caliente del mundo. ¡Y que larga se te hace la noche! Te vienen a la cabeza un montón de preguntas: «¿Tocar una teta con el hombro será de mal amigo? ¿Y si es la teta la que me toca a mí?». Pero después de muchas horas ya solo te haces una pregunta: «¿Seré realmente gilipollas?».

No puedes creer que estéis en la misma cama y no vaya a pasar nada. Confías en que en cualquier momento se dé la vuelta y te diga: «Venga tonto, que ya has sufrido bastante, ¡hazme tuya!». Pero no. A las tías nunca les parece que hayas sufrido bastante. Y mira que sufres… Porque tienes toda la sangre del cuerpo acumulada en el mismo sitio. Se han dado casos de hombres que han llegado a reventar.

Pero ahí no termina tu humillación. A las siete de la mañana suena el timbre de la puerta:
– ¡Ay, es Oscar!
– ¿Oscar? ¿Pero no le habías dejado?
– Ya te contaré, que ahora tengo prisa. Se me olvidó decirte que iba a traer su perro, porque como nos vamos a Vaqueira, yo le dije que el perro mejor que contigo no iba a estar con nadie. ¡Qué tu eres un amigo! Tienes mala cara, ¿has dormido bien?

Y ahí te quedas con el perro, que ése sí que es el mejor amigo del hombre.

Una respuesta a “No somos nadie”

  1. Llevo muchos años siguiéndole, desde antes de estar con Julia Otero, y he de reconocer que si soy capaz de sentarme a las 7.30 de la mañana delante del ordenador es por ellos. Me parto.
    Por cierto, en aquellos años de CEU vino a un curso de radio, fue buenísimo.

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