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No os creáis. No me duele cumplir años (ya lo hice en febrero, 27 rossejats llevo), ni por sentirse uno cada vez más lejos de la juventud divino tesoro, ni nada parecido. No soy de esos. Que va. Me trufa la gamba la edad, muchas veces no recuerdo ni la que tengo (a mi padre le pasa lo mismo, como desconocer cuánto dinero tengo en el banco), así que esto hoy no va de preocupaciones por cumplir años ni ir acercándome al momento treintañero. Que va, que va. Ni más lejos de la realidad.
Es más, me parto de risa cuando me junto con «jovencillos». En el junior no tengo nunca problemas con la nuevas generaciones que llegan y, hace un semanita, incluso estuve en la fiesta de les clavarieses (17-18 años todas) y, vamos, era casi el abuelo de la fiesta. La de nenes y nenas que he llevado en campamentos que disfrutaban de sus primeros cubatas. Pues creeros que no me apuraba lo más mínimo ni me cortaba el rollo. Que va. Si no hubiera tenido acampada al día siguiente, fijo que nos quedamos más rato. Qué bueno. Me troncho cuando chavalines que me ven como ex-educador (porque de tío serio, nunca me han considerado), se acercan y me coleguean o se emocionan tomándose un cubata conmigo. Yo me lo paso bomba con ellos.
Si me duele hacerme mayor y me tiene mosca es porque con los años mi apogeo físico (que fue bastante exiguo, por cierto) se va diluyendo. Si repaso las anotaciones de este blog del último año encuentro fiebres, anginas, contracturas musculares… mare meua, menudo parte médico. Ahora, voy más que baldao, por un golpetazo que me di el viernes en el partidet. Lo más grave es que no recuerdo cómo fue exactamente, pero duele que no veas. Como que tengo una fisio en casa, pues el diagnóstico lo conozco rápido: tengo contusionado el musculo intercostal izquierdo (más señas: entre las primeras costillas empezando por debajo).
Duele mazo, chicos. Pupa, pupa, pero pupa. Mari ya me ha avisado que es un músculo rácano en recuperarse y que pica lo suyo. Lo sé, lo sé. Duele al acostarse, al levantarse, cuando me río, cuando erupto, es el músculo de fer força para «liberar a Willy» (plantar un pino, poner un huevo…). Lo estoy pasando mu mal. Y voy a base de fastum, pastis y la maquinita de las corrientes eléctricas. Me conecto todos los días dos tandas de 30 minutos, como si fuera un agüelillo. Qué mal, amigos. Dónde fue a parar mi esbeltez física de antaño…
Ya véis como estoy. Animarme si me véis por la calle. Que uno se desmoraliza por ná.

Una respuesta a “Duele hacerse mayor”
Animo animo!!
Que rara fue la fiestecilla esa la verdad, pues te perdiste el final apoteósico de la nacional entrando pidiendo DNI, yo ya estaba con el mío en la mano emocionada por si creía el señor nacional que era tan «joven» como el resto pero no hubo suerte yo sí llevo mal lo de la edad, aunque tampoco se nunca cuanto dinero me queda algún día a mi tarjeta le saldrán piernas y huirá