Miope

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Sí, cada vez le queda menos a los trayectos en mi amado autobús amarillento. Y es que, para los que no lo sepan, por fín Carles ha dado el paso y vuelve a ser persona motorizada. El coche ya está comprado (Fiat Punto) y las prácticas de reciclaje mais o menos cumplidas (fui a Silla el otro día!!! alaaaaa qué mayor!!!). Ahora sólo falta esperar, que me den el bólido (aun no está en mis manos), ponerle nombre, tunear el interior (este mensaje va directo a mi Santa: ho vares prometre…) y aprender a meterlo en el reducido garaje, pero eso ya es otro cantar.

Aaaaaay. Me da penita dejarme el bus. Con lo bien que me lo paso en él, con sus tardanzas, su traqueteo, los baches, las gitanillas de los viernes, las niñitas pijas que van a currar al Bonaire, los coqueteos con el conductor, la multiculturalidad… Además, siempre me da morriña pensar que es el heredero del antiguo «Mudeco» aquel emblema motorizado en el que iban y venían mis abueletes, hasta que murió mi abuela y mi abuelo Ramón, ya instalado en Torrent se nos hizo maniático y rácano: «per a que vaig a pagar si puc anar caminant» y se jalaba una vez a la semana el trayecto Torrent-Aldaia (ida y vuelta) a pateo. Si que es mi abuelo era un fenómeno.

Pues nada chicos. Poco le queda a esta tradición. Fernanbus pronto perderá un usuario y la carretera un nuevo automóvil. No es que me apasione conducir, pero tendré que adaptarme a mis necesidades de movilidad. De todos modos, como que soy un ciudadano cívico y responsable, espero conducir lo justo y necesario para no contribuir a la aglomeración de coches de nuestra petada Torrent y, de paso, no dañar más el medio ambiente (que un día de estos se nos cabreará). Vamos, que estoy a la espera del prometido «Tramvia de l’Horta Sud» para volver de nuevo al amparo del transporte público.

Mientras, recuerden: Miren antes de cruzar, que Carles va al volante.