Cámaras no, cámaras no…

P.D.«/>

Los que me conocéis, sabéis que (aparte de mi Santa) la niña de mis ojos es la filà. Se me cae la baba y surgen mil historias cuando en cualquier conversación surge la palabra “Comilitons” y les animalaes hechas en nuestros ocho años de vida. Sé que algunos me reprocharéis por qué me dejo olvidado al junior y la parroquia, pero ese es otro cantar, pues allí soy un feliz eslabón más de una larga cadena. No lo escondo, es mi prioridad actual, pero más pronto que tarde uno dejará el testigo a los siguientes y fijará el compromiso en otros campos.

Pero la filà es otro rollo. Es nuestra. Nosotros la creamos y la hemos dejado crecer. Sólo algunos sabemos los que nos ha costado levantarla. Quién iba a pensar que llegaríamos hasta aquí cuando una decena de inconscientes de 18 años nos metimos en este jaleo dels moros i cristians y apostamos por una fiesta que empezaba a crecer y a la que ahora es fácil subirse al carro. Lo peor de todo es que no la fundamos por la festa en sí, sino para crear un punto de encuentro entre amigos que, con los años, han ido agregando nuevos comilitons con esa misma filosofía.

Todo esto viene, porque el sábado mi Santa y yo, junto a lo más granado de la filà, estuvimos en la boda de Guti, sin lugar a dudas el Comilitó más ansioso porque en la mesa no falte de nada. Allí, tras una velada muy agradable (misa incomprensible, cervezitas, cena con un picoteo inmenso inmenso donde dejamos aflorar nuestra gula) y los bailes de rigor (creo que tuve el primer agarrao con mi chica), llegó el turno de desvariar y sacar a ese comilitó que tenemos dentro. Y claro, nunca hemos tenido límite medio: o nos quedamos cortos o nos pasamos.

El domingo desperté instalado con una afonía mayor de lo habitual (tengo una que no se acaba de ir desde hace cuatro semanas) por culpa de los cantos, subidas al escenario, saltos, gritos y contorsiones varias por culpa de decidir que ya era hora de que la pista de baile fuera nuestra. No podría relatarlo. Fueron tantas cosas en tan poco tiempo… no sé, fueron treinta minutos de delirium tremens. Lo peor de todo es que, al día siguiente, al ver un video que grabó mi Santa tuve una extraña reacción: ¿Carcajada o vergonyeta?

No es la primera vez que nos pasa. Nunca queremos que se grabe nada en la filà, porque luego nos da una vergüenza ajena que no veas. Hemos hecho tantas, que no sabemos ya que inventar. Si no, que se lo pregunten a Paquillo y su bailoteo con una cantante delante de medio pueblo.

Hacedme caso. A partir de ahora, cómo la Pantoja: cámaras no, cámaras no…

P.D.«/>

Una respuesta a “Cámaras no, cámaras no…”

  1. Tanta calor hacía que íbais todos descamisaos? Si estábais sudorosos, os cantarían los alerones que no veas. . . . puafffff. En las bodas, las chaquetas no se quitan. Cristianos tendríais que ser (si fuérais moros. . . no pasaria, jeje)

Deja un comentario