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En ocasiones resulta asombrosa la bondad que pueden llegar a irradiar ciertas personas. A uno se le ponen los pelos de punta cuando, muchas veces, son esas que peor lo están pasando las que nos dan lecciones de cómo afrontar la vida con una sonrisa y el amor al prójimo por bandera. Jejeje, sé que suena muy sentimentaloide, pero, qué coño, es así de acojonante lo que uno puede llegar a ver (y sentir) en ciertas personas.
No me voy a detener a explicar ahora de quién estoy hablando, aunque, posiblemente, algunos supondréis a quién me refiero cuando me fijo en alguien cercano que pasa los peores momentos de su vida (joder, realmente, son dos: tengo un familiar que le ha tocado la «china» de una enfermedad difícil de tratar). En fin, su identidad es lo de menos, y tampoco me apetece repetir ciertas miserias humanas.
Sigamos, que estoy dando demasiados rodeos para contaros hoy algo tan sencillo como lo perplejo y emocionado que me quedo cuando descubro que el ser humano no se olvida de amar ni los momentos difíciles y, sobre todo, que, with a little help of my friends, todo se puede superar.
Concretando. Todo esto me viene a la cabeza al descubrir como esas sufridoras tienen detalles increíbles, cuando uno se imagina cómo lo deben estar pasando por dentro y que, en su caso, no sé si saldría en mucho tiempo de casa. Pero lo que sé seguro es que no sería capaz de subirme a un autobús con un ramo de flores y un libro en mano hasta plantarme en el colegio y la clase dónde trabaja mi amiga para felicitarle en persona su santo. Yo sé de una que se quedo impactada.
Ojalá algún día tocara de puntillas la calidad humana de estas personas.

Una respuesta a “A mal tiempo…”
Hoy casi me haces derramar una lagrimilla. . . ., pero GRACIAS.