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Cómo esta Valencia, nenes, abarrotá como diría mi subconsciente más zafio evocando al Duo Sacapuntas.
Ayer por la tarde, una vez que mi Santa ha reingresado en la perfu (recuerden Paco Perfumerías, lo mejor de lo mejor) hasta el día 5, aproveché para ultimar mis compras de reyes que, año a año, se van multiplicando: papi, mami, brother, cuñada y santa. Es lo que tiene que aumente la familia. A mí me gusta regalar, así que no me importa.
Yo allí. Un torrentí de poble que arriba a la gran urbe. Salgo del metro, subo las escaleras y, plas!!!, me encuentro a toda la juventud valenciana reunida en la plaza colón con sus flequillitos, zapatillitas ligando unos con otros. Qué animalà, qué mogollón, pensé. Me voy al Corte Inglés. Zumba!!! Más peña, los pasillos llenos, una calor que-te-torras (jejeje, festival del humor), empujones… se están forrando los cabrones. Menos mal que no iba a comprar nada allí. Acabé en Intermón Oxfam comprando los de los mayores (mi hermano ya tiene su camiseta oficial de oasis desde noviembre) y en ¿xxxxxxxxx? lo que faltaba para mi Santa.
Aun así, todo estaba petao. Media hora en cola para pasar por caja. Los coches adelantándose unos a otros. Le gente con prisas. Embutidos transportando cajas. Nene, empaqueta rápido que tengo prisa. Moc, moc, pita el coche… aaaaaaaay qué agobio. Así que me senté en la plaza del patriarca a respirar. Paso mil de todos vosotros, de las prisas, del consumismo, de los nervios del día de ayer, de los dardos envenenados… me quedo con estos arbolitos azules.
Ah! Y los Reyes que viene, los compro en octubre.
