Miope

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Anoche, después de cenar, quien les escribe estas humildes líneas llegaba a casa todo mosqueado tras una reunión. No pasó nada. Simplemente decidí tragarme mi contundente opinión contra quien «nos» lanzaba directas e indirectas (injustas y, a mi parecer, ofensivas) para no montar un pollo mayor por una niñería.

Como me lo guardé y, realmente no quería, ya sé como reacciona mi cuerpo: dolor de cabeza y malhumor general. Así que, punto en boca y a ver la tele (cuando me mosqueo conmigo mismo, mejor dejarme tranquilo y que se me pase rápidamente). Tenía pendiente rematar la peli «Love actually». Así, que me senté plácidamente y se me fue el cabreo. Es lo que tienen las buenas películas.

Va sobre amor. Sí, sí, habéis oído bien, sobre el amor y no tiene porque resultarnos ñoño (lo mismo me ocurrió con la grandísima «Shakespeare in love»). No seamos tan necios ni nos dejemos llevar los prejuícios.

«Love Actually» no es una comedia romántica al uso, son diez películas en una. Ambientada en el Londres contemporáneo durante las semanas anteriores a la Navidad, entrelaza una serie de historias divertidas y conmovedoras (un primer ministro enamorado de sus asistenta, un padre viudo y su hijastro, una pareja con problemas de infidelidad…) que terminan en una, pero con muchos puntos culminantes en Nochebuena. Es magnífica y muy ágil.

Su título es, realmente, una abreviatura de “Love Actually Is All Around” (yes, la de Wet Wet Wet de «Cuatro bodas y un funeral») y este es precisamente el argumento de la película: en cualquier sitio al que mires, el amor es la fuerza impulsora de la vida de las personas. O, al menos, es lo que propone el famoso guionista Richard Curtis, autor entre otros de los éxitos de «Cuatro bodas…», «El Diario de Bridget Jones» o «Notting Hill». Esta es mucho mejor que las anteriores.

En fin… no puedo deciros mucho más. Os la recomiendo. Si no la han visto, alquílenla o véanla en el plus. Si no, quédense, al menos, con la moraleja final.

Es lo que hice yo: fuera rencores.