Papeles cambiados

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Son las ocho de la mañana del sábado. Desciendo del mundo de los sueños y alzo lentamente mi cabeza del edredón para preguntarme por qué carallu me he despertado tan pronto. Anoche me sumía en mis sueños a las tres por culpa de la fiesta de las Benis. 3+8=11. Hasta las once de la mañana no pienso levantarme… o sí.

Tras unos minutos de aturdimiento y nariz fría, descifro el causante de mi pronto despertar: hay jaleo en casa. No lo recordaba. Mis padres marchan hoy hacia Madrid a la manifestación contra la LOE y deben estar preparándose las alforjas para su viaje hacia la capital del reino. Me parto. Los Puig se van de excursión a apalear rojos y masones con sus cruces. Paso de valorar el sentido o no de la mani. Cada cual su opinión y, el que quiera, a manifestarse, que es un derecho constitucional.

Volvamos al sábado.

Merde!! Al final me acabo levantando. Carallu, carallu, quin fred que fa. Me los encuentro debatiendo qué mochila y utensilios serán más útiles. Sin mis gafas, mi mirada debe ganar en estupefacción. Es mi especialidad, la de millones de excursiones y campamentos a mis espaldas. Mi padre sonríe y pide un walkman. A su espalda, su esposa se sube por las paredes. «Corre, que a les 10:00 no estem en València». Madre mía. Si ya lo tienen todo preparado. Lo más chocante es que, luego, me acusan a mí de ponerme nervioso (los días previos a Colonia estaba acojonado, luego, cuando me subí al bus se me pasaron todos los males).

Tras los besos y el «ja me conteu, toqueu-me quan arribeu a los madriles», me retiro a mi refugio antifrío. Cuando vuelva a abrir los ojos ya serán las once y habré cumplido la media aritmética del descanso. Es mi día anual de estar solo en casa (ni me planteo comer en casa de mi hermano o de mi Santa) y hay que aprovecharlo.

12:30. Ring-ring. Arrrrrrg!!! Son mis padres, ilusionados con la manifestación y el ambiente del autobús («estem veient una película que es diu la Novena puerta»). Pues qué bien, igual quieren un premio por ello. Bueno… la verdad es que me hace gracia escucharlos tan ilusionados narrándome todo lo que les va aconteciendo en el viaje. Parece que tengan 18 años y sea su primera salida lejos del hogar. Igual así les vuelve a picar el gusanillo de viajar (de pequeños, recorrimos España en varias tandas).

No será la única llamada del día. Y el domingo estará lleno de anécdotas sobre el resto de la jornada manifestante. Se lo han pasado de puta madre («saps on estem? En el Museo del Pradoooo!!!»).

Decidido. Debo volver a irme de viaje. Colocaré los papeles de cada cual en su sitio.

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PD. Alguna ávida lectora puede echar en falta alguna referencia a mi superpartida de bolos de ayer por la tarde con Miriam y Josema. No pienso autofustigarme. Aunque fue muy divertido (y acordamos repetir, aunque yo prefiero cenar, sin juegos chungos) mi actuación fue nefasta, sólo cuatro veces acerté, con una pésima media de 2,7 por tirada doble. Sin comentarios. Menos mal, que mi santa se salió.

Una respuesta a “Papeles cambiados”

  1. Carles, a la próxima al furbolín… lo tuyo no serán los bolos… però pero lo menos no perds els treballs en excel amb mogolló de gràfiques que valen 4 punts de la nota final…

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