24 horas en Barcelona

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Visto y no visto.

¿Tan rápido? Yes, así de veloz fue nuestro periplo (sí, nuestro, tercera persona del plural: mi Santa, Gerardo, Alicia and me) por la ciudad condal. Vamos, que ni venticuatro horas fuera de casa. A contrarreloj. Salíamos de Torrent a la 13:00 del viernes y, el sábado, a las 12:10, ya estabamos rodeando la rotonda de la fuente de Gómez Ferrer. Donde, por cierto, casi nos piñamos. Menudo final más estupido hubiera significado.

¿Y todo esto, por qué? Emprendimos viaje para allá con una única misión en la cabeza: disfrutar de uno de los dos conciertos de Oasis en España dentro de su gira europea «Don’t believe the truth». Claro, un objetivo que variaba en matices según la persona: Gerardo y mi Santa vivir el concierto de su vida tras años de espera, Alicia contemplar a un gran grupo internacional (y suspirar con Robbie Williams) y hacernos de intérprete; y yo, simplemente, mirar la cara de felicidad extrema de mi chica (que ya es mucho, qué placer verla, por Dios…).

¿El concierto? Magnífico. Yo no soy un fan a muerte de los Gallagher (en my family ese honor recae en mi hermano), pero me gustó mucho, así que imaginaros las crónicas del resto de la tripulación del viaje. Casi se mueren de la emoción. Los de Manchester, como siempre, chulescos y paraetes, pero sonaron muy bien. Puro rock inglés.

¿Y ya está? Sí, fue así de breve. Lástima que, por compromisos con el junior, no pudieramos disfrutar más de la estancia en Barcelona. Menos mal que nos orientamos bien para no perder mucho tiempo. Nos vino justo dar una vuelta, ver la Casa Vicens de Gaudí y cenar en una tabernilla. Luego, al acabar, un poco de metro, charreta en la cafeteria del hotel y a dormir.

Otra vez será, Miriam, Laura, Mabel y yo queremos montar un viajecete serio a Barcelona, espero que sea pronto.

PD. Enhorabona, Gema, has cumplit un dels teus somnis.

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