Me cago en su puta madre

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Me cago en su puta madre…

…aunque sé que ella no debe tener culpa de nada, pero es lo único que me sale por la boca desde que anoche se me heló la sangre al descubrir que uno de los muertos del doble asesinato de Manises es conocido mío.

Me cago en su putísima madre.

No más lejos que el sábado en la boda de mi hermano estuve charlando con Vicent Giner y me dio un abrazo al despedirnos (a partir de ahora, un héroe, que tuvo los cojones de intentar salvar la vida de un compañero cuando aquella historia no le atañía).

Su mujer, Isabel, es una de las mejores amigas de mi madre. No es de su grupo de toda la vida («les sardines»), la conoció trabajando en un cole y es la única que tiene el adjetivo de «la meua amiga Isabel». Nada más lejos que el viernes pasado me decía que cada vez estaba más guapo. Y ahora se ha quedado sin marido y con dos abuelas que cuidar. Será hijo de perra.

Y me sigo cagando en su puta madre.

Como me jode tener que ser testigo semidirecto de una desgracia. Saber al ver la tele que el de la camilla tapado te abrazó hace cinco días, que conoces su cara. Mierda. Encima, escuchar como tu padre, destrozado, te llora desde el otro lado del teléfono cuando descubres que en tu casa a las 22:00 de la noche no hay nadie. Mi madre y mi tía intentaban hacer comer a la viuda que, aunque serena y sin pastillas, no le apetece alimentarse. Lógico.

Me cago en su puta cabeza.

No soy violento. No le deseo mal. No quiero pena de muerte. Pero, permitirme que hoy me desahogue de boca: me cago en tu puta madre, hijo de puta, cabrón, en que estabas pensando, desgraciado, por una herencia, maldito loco… uffffff… mejor lo dejo. No ganaré nada. Prefiero pensar que Vicent ahora está en un lugar mejor y, para ello, he rezado.

A su mujer, Isabel, sólo nos queda acompañarla y hacerla sentir más familia nuestra aun en los próximos meses.

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