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Aun no había ni cruzado la puerta del estudio tras el informativo de ayer, cuando oigo como mi móvil reclama mi presencia inmediata. Miro la pantalla. Vaya. Número que no me suena. Jolines. Me resigno a no pronunciar mi último recurrente chiste («Tanatorio municipal, dígame?») y contesto a la llamada misteriosa con un simple «Sí?».
Es Alba, una de mis nanas del junior (para más inri, la pequeña gimnasta contorsionista de los vídeos). Su llamada es la segunda en dos días. La primera, para confirmar la presencia de todo mi grupo de pre-mujeres en la acampada del fin de semana. La de ayer, para conocer de primera fuente si «los chicos» iban (el grupo de José Alós). Me quedé estupefacto por su descaro (será lista!!!), pero ya me voy acostumbrando a sus confianzas, últimamente les ha dado por relatarme sus aventuras amorosas adolescentes. Y yo no lo pedí.
Recuperado de su tan directa pregunta, agudicé ingenio y contraataqué con un «¿Vas a coger papel y boli para apuntar?» y, la cabrona me pilló, pues a ello se puso. Semblaba yo un pregonero del amor mientras da la alineación de hombres libres en el mercado.
El aumento hormonal de mis mujercitas es claramente una realidad. En los últimos dos meses me han acribillado con sus preguntas para conocer el difícil arte de la mentalidad masculina. Van listas, aunque ya me he acostumbrado a sus «son unos imbéciles y creídos» y, luego, «¿Podemos ir a ver los chicos?». Debe ser la primavera, pero, en fín, al final siempre volvemos a la eterna batalla amorosa entre adolescentes machos y hembras (uy! parezco el National Geographic).
Lo más divertido es que tenemos un nuevo caso de «chicos monte-sión» a por «chicas la purísma». La historia se repite y se amolda a los nuevos tiempos (nosotros no teníamos sms), porque, un servidor, también tuvo estas etapas (aunque más a mi bola) y las ansias por la llegada de campamentos y acampadas, la fira, comer pipas en la avenida, las notitas, unas miradas furtivas entre bancos de la Iglesia, jugando al conejo de la suerte, «tengo que decirte una cosa de mi amiga», te firmo en el cancionero y luego en la pañoleta… aaaaaay, bendita adolescencia, con sus marías, maribeles, begoñas, claras, vanessas, mabeles, lauras, elenas…
Y lo digo, en el día que cumplo un añete con mi Santa (celebrado anoche escuchando las doce campanadas de la Iglesia, lo juro) y, en la jornada previa a que mi amor institucional de la época junior, María Fernández, se case.
¿Será una señal?

Una respuesta a “Lo que necesitas es amor”
Benditas, benditas mañanas yendo a la purísima, pelándonos la última hora de la mañana a buscar aquella tía a la que se enrolló un amigo mío en la rata y luego difícilmente podía identificar en la puerta del colegio. «Que sí, juan, que es ésa». «No sé, tío, es que con uniforme…» Claro, la última visión que él tuvo de ella fue sin sostén….
Por cierto, ¿qué hay de cierto en esto? ¿La fama se te ha subido a la cabeza?: http://home.elka.pw.edu.pl/~pgrabow1/kolezka.swf?name=Carles