El ladrón de orquídeas

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Era Semana Santa y yo me enfurruñaba en presionar a mi hermano para que me consiguiera el dvd de «La Pasión» (con un año de retraso, yo soy así) para completar mi propia redención pascual. Como que su cabeza suele separarse del cuerpo en lo que se refiere a mis antojos, los días pasan, Jesucristo ya está lavando pies y yo sin mi pasión, así que me tengo que conformar con ver alguna de las películas atrasadas del plus, y aquí viene la sorpresa. Un peliculón.

Para quien no lo sepa (que, por desgracia, son muchos), «El ladrón de orquídeas (Adaptation)» es el título de una maravillosa película del año 2002 dirigida por Spike Jonze y protagonizada por Nicolas Cage. Candidaturas a los oscars y globos de oro y poco más… Hasta aquí, todo normal, porque películas fabulosas hay muchas.

Pero, mi especial atención a este film (y mi superenganche) ha sido la figura de su guionista, Charlie Kaufman. No lo voy a negar, la suya es una profesión liberada que me atrae mucho (no pierdo la esperanza de publicar algun día alguna cosilla). Resulta, que mientras se rodaba su aplaudido primer guión («Cómo ser John Malkovich»), le encargan adaptar el libro «El ladrón de orquídeas» de Susan Orlean. Una obra que respira sobre la pasión de la vida bajo el pretexto de la historia de un ladrón enamorado de esta preciada flor.

Depresivo, Charlie Kaufman comprueba que no halla la forma de adaptar un libro «más lleno de capas que una cebolla», y su solución es una genialidad. Se coloca a sí mismo dentro de la película junto a su frustración por no poder adaptar la obra, por lo que la película se convierte en una historia sobre la fuerza de la pasión en la vida: sea en el desafio de escribir, sea en la obsesión por las orquídeas, o sea por la búsqueda de la propia pasión (caso de Susan Orlean a la que también introduce en el guión). Mientras Charlie (¿Él mismo? ¿Su alter ego? ¿Su doble?) rehace y rehace el argumento. Lo mejor de todo, es que realmente le ocurría eso en la realidad mientras elaboraba el guión. Increíble.

Para darle a la pirueta un giro más complicado aun, y mientras el guión se va abriendo como las flores y mostrando sus distintas formas, Kaufman se inventa a un inexistente hermano gemelo (Donald Kaufman, que para más INRI, en los títulos de crédito reales aparece como co-guionista) que se quiere convertir también en guionista (de «americanadas»). Charlie inicia así un descenso a sus infiernos (lleno de neuras y nervios) mientras que a Donald parece irle todo bien.

No contaré nada más (no soy de esos), pero al final del metraje todas las historias convergen y el guión se ve acabado, contando el autor mentalmente justamente una última escena que en ese momento estamos contemplando, porque él la está descubriendo. Todo muy mágico.

P.D. Como siempre, «el mundo es un pañuelo» (y yo me moqué en él). Estoy harto de proclamaros que Dios existe y muchos no me hacéis caso. Si antes digo que me apasiona Quique González, que el mismo día que acabo de ver «Adaptation» lo descubro en una revista diciendo que es una de las películas que más le han apasionado en los últimos tiempos. La otra es «Milion dolar baby». La tenía en mi lista, pero ahora me voy a dar más prisa.

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